Me llamo Ana y tengo 18 años. El otro día fueron fiestas en mi pueblo y mi padre invitó a uno de sus amigos a comer a mi casa. Son amigos desde hace muchos años pese a la diferencia de edad (mi padre tiene 48 y su amigo Julián 32). Julián se casó hace 2 años y tiene una hija preciosa, así que su mujer y la niña también vinieron a comer.
Cuando era más pequeña, eran muchas las veces que me despertaba mojada, con la mano en mi rajita y soñando que el pene de Julián estaba entre mis piernas. Hacia casi un año que no le había visto, y cuando llego y le vi, me puse muy caliente. Todavía no me había dicho «hola» y yo ya estaba mojada. Así que decidí que no iba a pasar más tiempo sin follarmelo.
Mi madre, Lucia (la esposa de Julián) y la niña se quedaron en el salón, y mi padre y Julián subieron a la terraza para encender el fuego: iban a hacer una barbacoa. Mi padre me llamó y me pidió que subiera más carbón.
Y yo vi mi oportunidad.
El cuarto de los «trastos» esta al final del pasillo, justo al lado de mi habitación, así que en lugar de ir a por el carbón al trastero, me metí en mi habitación, me quité la blusa, deje la puerta abierta de par en par y esperé. No tarde mucho en oír como alguien bajaba las escaleras, y como al pasar por el salón mi madre preguntaba:
¿Dónde vas, Julián?
Es que Ana tenia que subir un poco más de carbón, pero parece que se le ha olvidado. Voy a subirlo yo.
Cuando pasó por delante de mi habitación, se quedó petrificado. Allí estaba yo, con un sujetador dos tallas más pequeño y mis enormes pechos casi desnudos. Me di la vuelta, como si fuese lo más normal del mundo y le dije:
¿Vas a por el carbón? Iba a subirlo yo, pero se me ha manchado la blusa, no tardo nada.
Sus ojos no se apartaron de mis pechos ni un segundo, y sin decirme nada se marchó.
Después de comer, mi padre subió a limpiar las cenizas. Julián se levantó y dijo que había traído unas cintas de vídeo y unas cosas para mi padre, pero que se las había dejado en la furgoneta. Muy amablemente me ofrecí a acompañarlo, y aunque me dijo que no, acabé saliéndome con la mía.
Había aparcado la furgoneta lejos de mi casa por que al ser fiesta no había sitio para aparcar. Caminamos sin decir nada, y cuando llegamos él se metió en la parte trasera de la furgoneta para buscar las cintas, yo aproveché para desabrocharme los tres primeros botones de mi blusa de manera que mis pechos se veían perfectamente, subí tras él y cerré la puerta.
Al sentir el ruido se dio la vuelta y me miró sorprendido.
-¿Qué…
No pudo acabar la frase, por que metí mi mano en su pantalón y cogí su verga.
-¿Qué haces?
-Estoy comprobando si tienes tantas ganas de follar como yo – dije con mi mejor sonrisa. Y no podía negar que quería follarme, por que su polla estaba poniéndose cada vez más tiesa entre mis dedos.
Empezó a decirme que no podíamos, que era amigo de mi padre, que yo era muy joven, así que cogí su mano y me la llevé entre las piernas. Antes de salir de casa me había quitado las braguitas, así que sus dedos se toparon directamente con mi coño, que a esas alturas estaba húmedo y resbaladizo como el fondo de un lago. Me acerqué más a él y lo bese. Sus dedos comenzaron a explorar mi coño mientras yo le bajaba los pantalones. Tenia una hermosa verga y no pude evitar metérmela en la boca. Era dulce, amarga y caliente. Olía a hombre. La chupé como si fuese un caramelo, pasaba mi lengua por la puntita y luego me la tragaba toda.
-Muy bien putaaa…así, así, trágatela toda….¿te gusta chuparme la polla verdad?
Nunca le había oído hablar así, pero que me llamara puta me puso a mil. Mientras yo se la mamaba, él me había quitado ya la blusa y pellizcaba mis pezones entre sus dedos. Me levanté, saque su polla de mi boca y me la metí en el coño.
-Quiero que me revientes el coño!! Métemela hasta el fondo……si..siii..no pares…
Empezamos a movernos rítmicamente. Me chupaba y me mordía los pezones sin dejar de decirme guarrerías.
-Ves putita? Ves como te los chupo? Sigue moviéndote zorra!!…te voy a follar como nadie!!
Me bombeaba con fuerza y tuve un orgasmo genial. Él tardó en correrse un rato mas, y luego yo le limpié la verga. Dentro de mi boca comenzó a crecer de nuevo.
-Ábrete de piernas puta por que te la voy a clavar toda otra vez!
Comenzó a follarme violentamente. Con sus manos retorcía mis pechos y me hacia daño, y me embestía con tal fuerza que creí que me partiría en dos. Pero pronto el dolor dio paso a un genial orgasmo.
-oh si….SSSIIIIIIII…no pares..no paresssssss!!!!!!!!!!!!!
Sacó su verga y se corrió en mi cara, tragué toda la leche que pude y le limpié la verga con mi lengua.
Nos vestimos y nos arreglamos un poco para volver a casa. Cuando llegamos al portal, me arrinconó contra la pared, metió su mano por debajo de mi falda y me susurró:
-Nena, creo que a partir de ahora, me van a encantar las barbacoas en tu casa.