Como comencé a dominar a mi marido

¡Hola soy Isabel, tengo 65 años y soy una ama de casa a la que le encanta divertirse! En realidad, estoy disfrutando de un estilo de vida de tipo matrimonio abierto y cornudo. Siempre he sido una mujer exhibicionista, aunque cuando empecé de joven aún estuviese mal visto, he vivido toda mi vida para hacer realidad todas mis fantasías sexuales, ya que solo se vive una vez y no tengo intención de perderme nada. Llevo cuarenta años casada con mi marido, pero eso nunca ha sido un obstáculo para disfrutar de todo, incluso, al contrario.

Una de mis facetas, como ya he dicho es la de exhibicionista, aquí tuve mucha suerte, en la década de los ochenta cuando yo estaba en la veintena la minifalda que había tenido una aparición cuando era niña, volvió para quedarse, España estaba cambiando yo enseguida aproveché la ocasión para lucirla, me permitía mostrar mis piernas, lo que me facilitó tener aventuras.

Pero hoy a modo de presentación quiero contar una que marcaría mi vida matrimonial. Sería ser una hipócrita negar que cuando conocía a mi marido una de las cosas que me atrajeron de él fue su dinero, era de una familia adinerada, así que le ofrecí mucho sexo y pronto me quedé embarazada, así él se casó conmigo.

Pero yo nunca he sido monógama, y aunque quiero a mi marido y nuestras relaciones sexuales eran normalitas, aunque yo le hacía de todo para complacerle, no me resultaron suficientes, así que pronto comencé a hacerlo con otros hombres eran relaciones esporádicas, para nada quería enamorarme, ni nada parecido, solo quería follar y, quizá imprudentemente, me llevaba a mis amantes a casa y lo hacíamos en nuestra cama de matrimonio.

Una tarde estaba con uno de ellos, tenía calculada la hora en que mi marido debía de llegar a casa para que no nos pillará, él estaba sobre mí metiéndomela, la verdad la tenía más grande que mi marido, que no es que la tenga diminuta, pero tampoco gigante. Mi amigo ocasional estaba encima de mi con su polla cabalgando mi coño, yo me sentía en la gloria, la puerta de la habitación estaba abierta, estábamos en plena pasión y no oímos nada, cuando me quise dar cuenta vi a mi marido en esa puerta mirándonos, yo me sentí horrorizada, ¿Podría mi marido armar un escándalo, o simplemente divorciarse de mí?

Visto que o tenía solución decidí seguir disfrutando de ese polvo cuyas consecuencias no podía valorar, pero ante mi sorpresa mi marido se quedó en la puerta mirando, mientras yo haciendo que no le veía le decía otras cosas como:

-Que bien follas mi amor, sigueee, etc.

Mi marido seguía en la puerta mirando, parecía paralizado hasta que vi cómo se bajaba los pantalones y su ropa interior dejando su polla, como digo más pequeña que la que yo estaba disfrutando en ese momento, al aire y luego se puso a meneársela, eso me dio más morbo y seguí follando con el otro, mientras decía cosas como:

-Fóllame de verdad, no como me hace el impotente de mi marido.

Este seguía sin reaccionar ante el hecho de que otro se estaba follando a su mujer en la cama matrimonial, y encima esta le estaba dedicando clase de insultos y comentarios despectivos. Cuando mi amante se iba a correr me advertí, yo les tenía acostumbrados a que les pedía, cuando iban a hacerlo, que no se corrieran dentro de mi coño, sino que la sacaran y se corrieran entre mis tetas, en la boca, etc., a gusto del consumidor; pero esta vez no le deje salirse y le hice correrse dentro de mí, cuando mi marido vio que se corría desapareció de la puerta, al poco mi amante se lavó un poco se vistió y se fue, le acompañé a la puerta y cuando el abandonó la casa, yo le llamé:

-Rafa, Rafa.

El salió de otra de las habitaciones de la casa. En esos momentos me fijé en el bulto que sobresalía dentro de su pantalón, estaba empalmado jajaja, le llevé mi mano allí y le dije:

-¿Qué te ocurre cariño, ver follar a tu mujer con otros tíos te la pone dura?

Sin darle tiempo a reaccionar le baje los pantalones y sus calzoncillos y dejé la prueba del delito al are, jajaja. Se la agarré y le dije:

-Si ya veo que sí, pero ¿Sabes una cosa el tío que ha venido a follar conmigo me ha dejado el coño lleno de leche? Y así continua e imagino que tu no querrás que tu mujer vaya por ahí con el coño lleno de leche de otros hombres.

Me quité la bata que me había puesto para despedir a mi amante y me quedé de nuevo desnuda, entonces con voz autoritaria le dije:

-Venga límpiamelo, ¿Qué clase de marido deja así el coño a su mujer?

Él se arrodilló ante mi e introdujo su lengua en mi coño, no era algo frecuente con mi marido que, aunque le encantaba que yo le chupara la polla de novios, nunca le había gustado hacerme estas cosas, pero notaba que la situación le estaba excitando y metió su lengua en mi coño, yo comenzaba a disfrutar, mi mientras gemía le decía:

-Así me gusta cabrón mío, ¿Te gusta ser un cornudo? Pues ya has visto que lo eres, es más, este desde luego no es el único hay varios machos más que vienen a follar a tu mujer cuando tú no estás en casa.

Sentí que mis palabras humillantes le excitaban y me comía el coño con más ganas, así que seguí con el juego y le dije:

-Pero las cosas van a cambiar, a partir de mañana mis amantes van a venir cuando tu estes en casa, y escondido vas a poder ver cómo me llenan el coño de leche que tú te vas a ocupar de limpiar con tu lengua cuando ellos se vayan. O quizá te haga estar a la vista para que les chupes las pollas

Mis palabras estaban haciendo efecto en mi marido que me chupaba el coño con ganas y me hizo venirme varias veces, me fije que su polla estaba durísima, así que me anime a subir el reto.

-Levántate y ven.

Le llevé a la cocina y le hice sentarse en una silla, con un trozo de cuerda de tender la ropa, até sus manos a la espalda y comencé un baile erótico mientras me acariciaba el coño, veía que él no dejaba de mirar, su polla, seguía dura como e palo de una bandera. En esos momentos añadí:

-Fíjate las ventanas está abiertas quizás en estos momentos no seas tú el único que mira esta escena, quizá varios vecinos y vecinas de los bloques de al lado ya sepan que tu mujer es una puta y que tú eres un cornudo.

Alcé uno de mis pies y con el toqué su polla, pero desde luego no quería que se corriera quería que el gozara y sufriera a la vez que se diera cuenta de que su destino era ser un cornudo sumiso.

Después lo desaté y le ordené ponerse a cuatro patas y en esa postura propia de un perro le llevé a nuestra habitación.

Allí le hice tumbarse encima la cama y le dije:

-¿Sabes so cornudo que no solo te engaño con otros hombres?

Me dirigí al armario, y es que ente la ropa saqué un consolador de gran tamaño que guardaba entre la ropa y dirigiéndome a mi marido añadí:

-¿Ves so cornudo? Como en muchas películas el amante en este caso se escondía en el armario, solo que esta vez voy a ser generosa y lo voy a compartir contigo, ¿Sabes? Me encanta chuparlo antes de metérmelo en el coño, chúpalo tú también, como hace un maricón.

Mi marido abrió la boca y lo le metí el consolador dentro y el comenzó a chupar, pero antes de que lo viera venir, yo había agarrado una de mis zapatillas de estar por casa y le golpee el culo con ella, mientras le decía:

-¿Tú te crees que esas son maneras de chupar una polla maricón? Pon más empeño.

Mi marido intentó hacerlo con más ganas, pero yo estaba decidida a ser impecable con él y le seguía golpeando su culo con la zapatilla, notaba como sus gritos de dolor se mezclaban con sus gemidos y la dureza de su polla me mostraba sus verdaderos deseos, así que le seguí golpeando hasta que su culo se puso completamente rojo.

Bueno de momento la lección de chupapollas ha terminado por hoy, pero tendrás que mejorar bastante, no quiero que cuando uno de mis amantes se beneficie de tus mamadas lo hagas mal y me dejes en vergüenza, pero bueno hoy vas a recibir tu premio, ponte a cuatro patas como la perra que eres.

No sé si se figuraba lo que le iba a pasar, pero estaba tenso, pero su polla seguía dura, le tapé los ojos con un pañuelo de vestir, y poniendo el consolador a la entrada de su culo se lo metí de golpe en el interior del mismo, y comencé a moverle como hacia cuando me lo metía en el coño, mientras le decía:

-¿Te gusta maricón?

Y seguí moviéndolo en el interior de su culo.

-A lo mejor es esto lo que has estado esperando tanto tiempo para gozar, porque tu polla con una mujer no la sabes usar.

Esto no era cierto porque mi marido no es que fuera un follador excepcional, pero tampoco un desastre, se le podía considerar del montón, pero mi idea era humillarle por completo, eso me estaba calentando y su polla me estaba diciendo que él estaba gozando con este juego.

En un momento determinado intentó llevar una de sus manos a su polla para masturbarse al darme cuenta se la aparte, deje el consolador dentro de su culo y volví a coger la zapatilla y le golpee.

-Tu sexualidad, so cabrón pertenece a tu diosa, que soy yo, tu estas en este mundo para complacerme.

Cuando me pareció que su culo estaba lo suficientemente rojo, el ordené tumbarse en la cama, me fui a por más cuerda de atar y ordenándole ponerse con los brazos y las piernas bien abiertos procedí a atarle cada una de sus extremidades a los cuatro brazos de la cama, entonces agarré su polla y en esta posición comencé a preguntarle:

-¿Dime cornudo alguna vez le has puesto los cuernos a tu diosa?

Él puso cara de temor, yo le apreté los huevos, la verdad es que no me importaba si me había puesto o no los cuernos, el asunto era que se sintiera dominado, finalmente el confeso:

-Si con Eva, lo hacemos algunas veces.

¿Con la santurrona esa?, le pregunté.

Eva era una persona de nuestro círculo más o menos de nuestra edad, con unas tetas y un culo mejores que los míos, pero que siempre estaba presumiendo de sus valores religiosos, de que fuera una hipócrita si me iba a vengar.

-En su momento ya me vengaré de esa meapilas, le dije ahora se trata de que tu pagues por tu traición a tu diosa.

Me puse a acariciarle la polla, pero cuando sentía que estaba cerca de venirse, paraba e incluso le apretaba otra vez los huevos quería que le doliera, luego me decidí a subir la apuesta, y a la cama me subí encima de él y comencé a cabalgarle mientras le decía:

-¿Ves maricón el ritmo que hay que llevar para complacer a tu diosa?

De nuevo cuando notaba que podía venirse paraba y le hacía daño para que se le bajara la lívido, joder yo estaba mojadisima, en un momento dado me entraron ganas de mear, entonces me vino una idea a la cabeza, le desaté y otra vez a cuatro patas le llevé al baño, allí me metí a la bañera, afortunadamente era amplia y le ordene ponerse debajo de mi y le orine encima de su cara.

Y después le ordené, por segunda vez esa tarde comerme el coño, su lengua se introdujo en el interior de mi coño y me lo dejó bien limpio de mis orines, en ese momento tuve ganas de tirarme un pedo, me di a vuelta y lo hice encima de la cara de mi marido, después le ordené:

-¿Qué esperas maricón de mierda, para meter tu asquerosa lengua en el culo de tu diosa?

Quizá un poco sorprendido, mi marido tardó en reaccionar, le tuve que llamar al orden y finalmente el metió su lengua en mi culo, era algo que aún hoy muchos tíos se niegan hacer y en esta época mucho más.

La verdad es que sentir su lengua en el interior de mi trasero me produjo un placer muy especial, en esos momentos en España nos estábamos comenzando a liberar, mi culo había dejado de ser virgen no hacía mucho tiempo y no había sido a manos de mi marido cuya polla no había catado mi agujero trasero, sentí una sensación nueva, desde luego mi maridito me iba a hacer eso con más frecuencia, pero queriéndome hacerme la dominante le dije:

-Vas a tener que mejorar mucho maricón, ¿O prefieres que busque algún mariquita que te enseñe?

Él seguía lamiendo mi culo y me encantaba me vine varias veces, en esos momentos decidí que era hora de ejercer de diosa, así que ordene a mi marido que desnudo y solo tapado por el delantal de cocina se pusiera a cocinar él mientras yo veía la tele tumbada en el sofá, cuando terminó, le ordené poner la mesa, el obedeció, me senté y cuando él fue a hacerlo le dije:

-De eso nada maricón tu solo te sentaras en la mesa cuando tengamos que parecer un matrimonio normal, pero estando los dos solos no lo somos, aquí yo soy el ama y tú el criado, entre otras cosas, así que quédate aquí de pie por si tengo algún capricho y luego cuando termine ya veremos.

Él, una vez más obedeció, es más el segundo plato que consistía en un filete de ternera de ordené partírmele él y dármelo, con el tenedor en la boca, fue alucinante.

Una vez que terminé de comer fui a la cocina vi su comida y le llamé el vino, yo me hice la enfadada le increpé:

-Perro, ¿Cómo es que vienes caminando sobre tus pies? Ni que fueras una persona, venga te quiero ver inmediatamente a cuatro patas

Cogí su comida y la puse en el plato más viejo que teníamos, y después le dije:

-A comer como un perro a cuatro patas y directamente del plato.

Que ya estaba a cuatro patas agachó la cabeza y se puso a comer, como un perro directamente del plato sin cucharas ni tenedores, en esos momentos me fije en su polla, la tenía durísima. Así que otra vez haciéndome la enfadada le grité:

-Vaya perro, así que ¿Esto es lo que te gusta?

El otra vez parecía nervioso y desconcertado, pero su polla seguía durísima,

-Veo que tu polla esta que quiere correrse, ¿Dime perro, te gustaría meterla en mi coño?, Pues no lo vas a hacer así solamente cuando te lo ganes, y cuando a mí me apetezca lo harás, de momento hoy nos ocuparemos de tu calentura de otra manera, vamos al baño,

El me acompañó al baño a cuatro patas, una vez allí le ordené meterse en la bañera también a cuatro patas, el teléfono de la ducha, mientras el estaba en la bañera a cuatro patas, como un perro, le di al agua fría e hice que esta recorriera todo su cuerpo, incluida su polla, que ante estos se arrugó, le tuve así un rato, y luego le ordene salir y secarse, cuando lo hizo su polla volvió a ponerse otra vez dura, entonces le dije:

-Bueno perrito te dejo que te la menees y te corras, pero eso tendrá consecuencias, tú decides.

El a cuatro patas comenzó a meneársela, se corrió muy rápido, en esos momentos yole dije:

-Pero vicioso, mira como has puesto el suelo.

El suelo se había manchado con su semen que había caído a él, entonces yo le ordené:

-Ya lo estas limpiando con tu lengua.

Él lo hizo, de esta manera se establecieron las normas que ha regido nuestro matrimonio desde hace casi cuarenta años.

Deja un comentario