Luis es un hombre muy profesional, dedicado a su trabajo y a su familia, de 45 años, es el Director Financiero de la empresa en la que ambos trabajamos. Su mujer Marta, es una chica de 42, con la que tiene dos hijos. Una mujer dedicada a su familia en cuerpo y alma, una perfecta ama de casa; buena madre, discreta, tímida, viste de forma clásica y recatada. No es guapa pero debajo de su ropa, nada provocativa y siempre amplia para no marcar sus encantos, se adivina el cuerpo de una hembra necesitada de explorar su deseo sexual no satisfecho.
Mi ex no quería pero nos acostamos
Santi y yo lo habíamos dejado hacía unos siete meses. Fue por mí. Las dudas eran cada vez mayores porque había aparecido Alex en mi vida y me lo había desordenado todo. Ya no sabía qué quería, así que le propuse dejarlo. Él estuvo de acuerdo, aunque luego lo pasamos ambos bastante mal, y llegué incluso a arrepentirme. Yo había sabido de él sobre todo los dos meses posteriores a nuestra ruptura. Ya se sabe, siempre queda esa sensación de ahogo y de duda, de no saber si hemos hecho bien, si el otro lo está pasando demasiado mal, etc.
Orgía en una sauna naturista
Había tenido un día de trabajo estresante, con algunos asuntos que habían exigido mi atención de forma especial. Era media tarde y me encontraba cansado y tenso, pensé que lo mejor era salir del despacho y descansar del día agotador en una sauna.
Conocía un local naturista, con excelentes instalaciones, donde podría buscar ese descanso necesario y además alegrar la vista con algunos cuerpos desnudos esculturales que seguro podría admirar, así que me dirigí allí. Ya había estado en alguna ocasión y siempre disfruté de buenos momentos, incluso cabía la posibilidad de practicar sexo si tenía la suerte de encontrar a la persona o personas adecuadas.
El deseo de mi suegra
Fausto A., o el comisario lobo como lo llamaban en el barrio por una serie televisiva de los 80s, era un hombre rudo, grande y si todo lo que contaba era cierto de coraje extraordinario. Varias veces condecorado por valor al servicio policial y decían por ahí “mejor que te agarre el diablo antes que él”. Claro que de ello ya había pasado mucho tiempo y lo que quedaba de ese justiciero no era más que una pila de arrugas sostenido por un bastón de aluminio y su única hija, Valeria A., mi señora.
La versión más puta de la mujer de mi padre
Cuando mi viejo nos dio la noticia de que se casaba y que Mariana venía a convivir con nosotros mucho no nos importó. Vivimos en una casa enorme y papá tenía derecho a rehacer su vida como se le diera la gana. Sin embargo, esa impresión cambió desde el primer momento que apareció con sus valijas.
Mariana medía 1.65, tenía caderas anchas y una cintura angosta que le marcaba perfectamente su culo trabajado en el gimnasio. Era delgada, pero con una espalda de hombros ampulosos que le daban una elegancia suprema a su cuello delicado, sobre todo cuando se hacía peinados recogiendo su pelo rubio y lacio.
La psicóloga de mi mujer
Ana, mi mujer, me ha dejado encima de la mesa una libreta de teléfonos abierta por la letra S. En letras grandes y en rojo, destacándose del resto de nombres y números puede leerse Silvia. Silvia es su psicóloga, lo es desde que poco después de nacer Toni, nuestro primer hijo, ella cogiera una pequeña depresión. Al principio yo no creía demasiado en eso. Pensaba que la psicóloga no iba a solucionar nada y que tan sólo íbamos a estar pagando dinero a cambio de nada. Pero he de reconocer que mi mujer mejoró mucho en poco tiempo y que tras un par de meses volvía a ser la jovial y divertida Ana que me enamoró hace ya 12 años
La prima de mi novia y compañía
Viernes y Belén pidiendo pija.
Me atosigaba a mensajes de WhatsApp.
Belén “prima”: ¿A qué hora venís?
Belén “prima”: ¿Tenes los huevos bien depilados?
Belén “prima”: ¿Tenes mucha leche toda para mi?
Belén “prima”: ¿Mirá que mi culito está pidiendo pija a gritos!