Me vine en el culo caliente de mi hermana menor que tiene 18 años y estaba muy emocionada. Nos besamos desde los 18 años, porque en realidad es mi media hermana, es solo la hija de mi madre, su padre es otro hombre. Y a decir verdad, nunca la vi como mi verdadera hermana, especialmente desde que la conocí cuando era mayor, por lo que nunca tuvimos mucha cercanía. Pero tuvo que venir a vivir con nosotros porque su padre murió y no tenía dónde quedarse. Y estaba disfrutando de tenerla en la misma casa que yo.
¿Por qué? Sencillo, porque es una blanquita bajita con un culo gigante y unas tetas perfectas. Ella va al gimnasio todos los días y pasa horas entrenando su trasero para hacerlo más caliente y más grande cada día. Y decidí que me iba a follar a esta zorra de una forma u otra. Y llegó el fin de semana, su primero aquí en casa y mis padres tenían que viajar. Mi madre fue a visitar a una tía enferma y mi padre la acompañó. Y me pidió que cuidara de mi nueva hermanita y eso fue lo que hice. Fui a la parte mala de Tijuana y compré una pastilla de éxtasis conocida como la droga del amor. Lo llevé a casa y lo vertí en el tequila.