Borracha con tres hombres después de la posada

Este relato lo acabamos de vivir en una posada que fuimos invitados, somo Fernando, tengo 25 años y mi esposa Priscilla, que tiene 24 años.

Trabajamos en una oficina que da soporte a empresas, así que, en una de las empresas que damos soporte, nos invitaron a la posada, yo tengo buenos amigos ahí, aunque la mayoría señores casados que no se cansan de querer invitarme a table y cosas así, pues piensan que somos muy chicos, lo que no saben es todo lo que hacemos mi esposa y yo, si no creen, lean nuestros otros relatos.

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Tuve sexo genial con mi cuñado

Tenía 18 años y llevaba dos saliendo. El hermano de mi novio era un bombón y nos hicimos amigos. Dos años viviendo juntos después, y sin vergüenza alguna, siempre pensaba en él. Quería probar con mi cuñado, eso era.
Una noche dormí en casa de mi novio y unos amigos llamaron en mitad de la noche. Se habían metido en un lío y necesitaban ayuda. Él fue a la comisaría y yo me quedé en su casa. En la habitación de al lado, mi atractivo cuñado dormía. Estábamos solos.

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Satisfacer los deseos de mi novia

Siempre he sido un hombre seguro de mí mismo, no solo por mi estatura o mi físico, sino por mi forma de ver el mundo. Ana, mi novia, era mi opuesto: morena, intensa, con curvas impactantes y una curiosidad que nunca intentaba ocultar. Desde el principio de nuestra relación, habló abiertamente de su atracción por las mujeres, y un nombre surgía con frecuencia: Juliana.

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Mi historia con una milf

Pocas cosas me rompían más las bolas que ir a las reuniones sociales del colegio de Alana e intercambiar opiniones con los padres de sus compañeras. Todos eran de esa clase media engrupida de zona norte que, por tener un relativo éxito comercial o de negocios, creen que son la raza superior. Supuestos progres que rápidamente llaman a la cana si ven por el barrio a un vagabundo sin hogar que “afea” su entorno o son capaces de apoyar a un presidente si les consigue que su economía mejore un poco, olvidándose que sea misógino, corrupto o poco democrático. Mi señora lo sabía y aceptaba que yo dé la cara, salude un poco y me escape ni bien podía a pasear.

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Ayudando a mi mejor amiga

Soy Carola, una chica de 20 años, universitaria y que no resalta en la multitud. Digamos que mi cuerpo es normalito, soy delgada, mis tetas no son ni grandes ni pequeñas, tengo un culo manoseable pero tampoco algo que destaque mucho y mi forma es un poco curvilínea. Soy la típica rubia inocente que es hija de padres estrictos y que su única rutina es estudiar para sacar adelante una carrera y tener un trabajo más que decente.

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El gasero y sus amigos

¡Hola! Como les he comentado en mis otras anécdotas, yo me doy el lujo de elegir con quien si y con quien no. He comido por así decirlo de todo, es por eso que en esta ocasión les hablaré de Joaquín, el señor del gas.

Joaquín lleva años surtiendo el gas, él es una persona honesta, el gas siempre dura más con él que si se lo compraríamos a otra persona, y esto ya fue comprobado mucho antes de comérmelo.

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