Es mi intención relatar una experiencia personal, vivida hace ya algunos años, de la cual ya poco me arrepiento, porque siempre he creído que todo tiene su fecha de caducidad y no merece la pena atormentarse por situaciones más o menos desafortunadas que pertenecen al pasado.
En la actualidad soy una mujer felizmente casada, con una familia y una vida asentada, pero cuando tuve este desliz, todavía era muy joven y un poco alocada, en esa edad en la que el sexo contrario parece ejercer una influencia sobrenatural.