Mi nombre es Elena, tengo 25 años, y hace un año tengo una aventura con un amigo de la universidad, mi follamigo Ángel.
Nos conocimos en el iniciando el primer año de nuestra carrera, porque ambos nos inscribimos en uno de esos grupos extracurriculares.
Ángel es un hombre fornido de gimnasio, de 1,80, tiene un brazos super torneados, una espalda ancha, con unos glúteos deliciosos.
Yo soy una trigueña de cabello oscuro, caderas anchas, buenas nalgas cintura pequeña, abdomen plano, mis pechos tamaño promedio. Mi amigo dice que tengo un cuerpo de reloj de arena muy deseable.
Siempre nos encontrábamos en las reuniones del club, y como estábamos en el mismo año, nos asignaban tareas juntos, y así comenzamos a conocernos. Yo notaba que él me lanzaba miradas y risas, y aunque yo no lo respondía más allá, eso me gustaba.
Después de conocernos por varios meses, hubo un día en el que mi madre no pudo ir a buscarme a clases porque tenía una reunión importante, y yo había perdido las llaves de la casa. En ese momento, Ángel me dijo que podía quedarme en su casa hasta que alguien pudiera ir por mí, y por su puesto yo acepte, ya que él vivía cerca del campus.
Cuando llegamos a su casa, note que no había nadie, y el hecho de pensar que estábamos solos me prendió. Nos sentamos en la sala a ver la tele, y de repente siento como él se va acercando, y yo ya sabía por dónde iba la cosa.
Pasó su brazo detrás de mi espalda, justo a nivel de mi cintura, y comenzó a mover sus dedos en círculo. Acercó su cara a mi cuello y comenzó a besarme, y yo estaba extasiada con la sensación. Él comenzó a bajar su mano hasta que llegó a mi nalga y comenzó a apretarla. Con su otra mano comenzó a acariciarme la parte interna del muslo hasta que llegó a mi entrepierna, y yo sin poder controlarlo lance un gemido que lo excito aún más.
Me dio la vuelta de manera que quedé sentada sobre sus piernas, y comenzó a quitarme la camisa, quiso quitarme el brasier, pero lo detuve y le dije que primero van las damas.
Entonces comencé a besarlo desenfrenadamente, estaba muy cachonda, ya no podía parar. Entrecruzamos lenguas, lo tome por el cuello y comencé a halarle el cabello y acariciar su cuello, pase mi lengua por todo el borde de su oreja, y eso pareció gustarle Porque soltó un gemido. Bajé con mi lengua por su cuello, y comencé a desabrochar su camisa, él estaba tan caliente que terminó arrancándosela. Tiene un torso divino, de los dioses.
Desabroche su pantalón y su erección salió disparada, como si hubiese estado enjaulada esperando mucho tiempo por mí. Mi boca babeaba queriendo chupar esa polla enorme.
Primero metí mi mano dentro de sus bóxers, y comencé a masajear su pene, luego me lo metí completo en la boca, que delicia, comencé a chupársela y noté en su cara que estaba muy excitado. Con mi lengua comencé a dibujar círculos en la punta de su glande, entonces puso sus manos en mi cabeza y comenzó a gemir, yo seguí por unos minutos más hasta que él tenía su pene tan duro, y en ese momento se paró, me quito mis jeans y me tumbó sobre el sofá, me puso a su merced, y comenzó a embestirme de una manera feroz. Sentía sus huevos rebotar en mi periné y eso me excitaba. Con cada embestida me lo metía más a fondo.
Yo empecé a gemir muy fuerte, y el aumentaba la velocidad, estábamos teniendo sexo duro en el sofá de su casa. Finalmente creo que perdí la conciencia por un momento del orgasmo tan glorioso que tuve, el termino unos segundos después, y pude sentir ese chorro enorme caer entre mis piernas. Ángel cayó sobre mí, y estuvimos así desnudos por un rato más.
Después de recuperarnos, me metí a la ducha sin mojarme el cabello, me puse mi ropa nuevamente, y me senté de nuevo en la sala viendo el sitio donde había tenido el mejor sexo de mi vida, mientras Ángel se bañaba, y yo esperaba a que llegaran por mí. Por supuesto esa fue la primera de una serie de folladas gloriosas.