Como seguramente ya se dieron cuenta, esto me ocurrió previo a la noche de navidad, en casa de mis suegros.
Al igual que muchas familias solemos reunirnos en casa de los suegros para tener una cena navideña la noche del 24 de diciembre. En esta ocasión no había nada diferente, ni extraordinario. Mi esposo había salido con nuestro hijo de 10 años para ver la iluminación del centro comercial cercano. Mi suegra había ido a misa de noche buena y mi suegro había salido por las compras de último momento para la cena. De manera que yo estaba sola en la cocina preprando algunos platillos típicos para la cena de noche buena.
A los pocos minutos llegó mi suegro con algunas bolsas del supermecado y fue directo a la cocina a dejarme lo que le había pedido. Empezó a sacar las mercancias y a colocarlas en lugares diferentes, en la nevera, en la alacena, en una charola para llevarla a la mesa, etc. A pesar de que la cocina es bastante amplia, en algún momento pasó por detrás de mí y sentí perfectamente como me rosó las nalgas y creo que hasta sentí su bulto en mi trasero. No le dí mayor importancia porque pensé que no había ocurrido intencionalmente, así que yo seguí en lo mio y él en lo que estaba haciendo.
De momento necesité un frasco con condimento que se encontraba en una gaveta de la alacena superior, a pesar de que me estiraba no alcanzaba a llegar con mi mano hasta el frasco, en ese momento entró mi suegro a la cocina y al verme me dice: déjame ayudarte a bajar ese frasco. Todavía no alcanzaba a terminar la frase cuando sentí que ya estaba detrás de mi y sin darme tiempo a que me hiciera a un lado, se colocó detrás de mí y se estiró por el frasco, de tal manera que quedó apoyado sobre mí y yo recargada en el mueble de la cocina.
Ya en ese momento pude sentir claramente como colocaba su enorme bulto genital sobre mi rajita mientras alcanzaba el frasco. De momento no pude reaccionar y pensé que solo estaría sobre de mí mientras bajaba el frasco, pero de inmediato me dí cuenta que no hacía mucho por alcanzar el frasco y sin embargo se frotaba muy cuidadosamente sobre mis nalgas. Yo no sabía cómo reaccionar y empecé a temblar, tanto de nervios como de cieto placer por ese tocamiento inesperado.
Bajó sus enormes manos y me tomó las caderas para acomodarme a su gusto y frotarse contra mí ya sin nigún disimulo. Ya para entonces podía yo sentir claramente como crecía aceleradamente su enorme tronco y me lo colocaba en el culo. Yo no hacía nada por quitarme de ahí ni por rechazarlo, mi reacción fue lenta y seguramente mi suegro interpretó esa inmovilidad como una aceptación. De manera que empezó a acariciarme las piernas con sus dos manos, en ese momento me dí cuenta que me estaba humedeciendo y lo disfrutaba, porque nunca lo hizo con fuerza ni con rudeza, por el contrario, sus manos sabían recorrer de arriba a abajo mis piernas, yo seguí con el temblor en mi cuerpo.
Con sus manos llegó a la parte inferior de mi vestido y me lo levantó lentamente mientras seguía acariciándome ambas piernas. Al sentir el contacto con la piel de sus manos, de verdad sentí un escalofrío como cuando era colegiala y creo que dejé escapar un leve gemido. Ya para entonces no tenía argumento para rechazarlo y me dejé llevar. Con ello mi sensación de placer aumentó enormemente.
Su manos llegaron a mis nalgas y alcanzó la parte superior de mi pantaleta, sin mayor detenimiento la bajó lentamente y yo no opuse resistencia sino que cooperé moviéndome un poco para facilitarle la tarea y hasta levanté uno y otro pie para quitármela y dejarle el campo libre. Nunca me dí cuenta en que momento se desabrochó el pantalón y sacó su enorme polla, que me recorrió sobre mis nalgas.
De inmediato supuse que seguiríamos en la misma posición, yo recargada de frente sobre el mueble de la cocina y el por detrás de mí. Colocó sus manos entre mis piernas y de inmediato entendí y las abrí más y hasta me incliné más hacia adelante, en esa posición le facilité la penetración. Con sus dedos buscó mi vagina y colocó el glande de su pene. De un solo intento y con un lento empujón logró penetrarme hasta el fondo. Mi humedad abundante le facilitó esta maniobra. Era tal mi estado de emoción por lo inesperado que pude sentir como nunca la piel tersa y aterciopelada de su prepucio y aunque no me crean logré sentir en mis paredes vaginales las venas que resaltaban en su pene. No era muy largo pero de un tamaño y grosor adecuado para sentirse en la gloria con esa verga dentro.
Como ya dije, en ningún momento fue rudo o violento conmigo, así que realmente lo estaba disfrutando, sus movimientos eran rítmicos, a veces lentos y a veces más rápidos pero nunca me lastimó o violentó. Descubrí que cuando estaba a punto de correrse se detenía o hacía sus movimientos más lentos, así que en esos momentos yo me movía hacía atrás para tragarme la verga de mi suegro. Cerraba las piernas y entonces yo me movía y lo enloquecía. Con la experiencia he aprendido a moverme de cierta forma que logro que los músculos vaginales se cierren y aprieto con más fuerza, así que ahora yo tenía cierto control en este juego. Cerré la piernas, apreté mi vagina y me moví despacio y a veces me quedaba quieta. Lo tenía yo «en mis manos», es decir entre mis piernas.
Después de 15 o 20 minutos sentí que se iba a correr dentro de mí. Pero antes alcanzó a preguntarme:¿puedo .? Como llevó un buen control de mi fertilidad, asentí con mi cabeza y entoncés recibí un enorme chorro de semen caliente dentro de mí. Debido a la gran sensibilidad que tengo, me dí cuenta como se hinchó su pene al momento de correrse, también distinguí lo caliente que salía su semen y la enorme cantidad que eyaculó. Todas esas sensaciones provocaron que yo me corriera al mismo tiempo tiempo así que empecé a gemir (ahh, ahh), al oírme se sintió más motivado y empezó a hacer exclamaciones de placer que seguramente se oirían si hubiera alguien más en la casa. Eso provocó una eyaculación que duró casi dos minutos, yo sentía en cada chorro como su verga se hinchaba dentro de mi.
Dos minutos permanecimos así y su verga seguía en plena erección. De todos modos la sacó despacio y se despegó de mí. Tomé mi pantaleta que había quedado junto al frutero y fui al baño de la planta baja de la casa, apenas dí tres o cuatro pasos cuando sentí que no podía retener la gran cantidad de líquido seminal que acababa de recibir, así que apuré el paso antes de que me escurriera por abajo de la rodilla y manchara la alfombra al pasar por la sala.
Apenas logré llegar al baño para limpiarme todo el escurrimiento de semen que tenía sobre mis piernas. Estaba saliendo del baño cuando se abrió la puerta de la casa y entraron mi suegra, mi esposo y mi hijo. La cena de navidad transcurrió sin mayores incidentes, aunque mi suegro estuvo un poco serio, tal vez ausente, pensativo. Muy probablemente con remordimiento. No lo sé. Al final de la velada, cuando ya nos retirábamos mi esposo y yo, me despedí de mi suegro con un beso en la mejilla y delante de todos le pregunté con una sonrisa cómplice:
¿Le gustó su regalo de navidad?
Me dirigió una sonrisa que al mismo tiempo sentí le quitaba un enorme peso de encima.