Como agradecimiento a mis padres por mantenerme mientras terminaba la universidad sin dejarme trabajar, les había conseguido con mi primera prima un viaje al mar.
Pero no pudieron ir, porque mi padre se enfermó, nada grave, pero tampoco iba a poder aguantar cómodamente un viaje.
Traté de posponerlo, pero en la agencia de viajes me dijeron que ya era muy tarde y me tocaría pagar una multa de casi la mitad.
Mis padres muy comprensivos me dijeron que aprovechara para no perder ese dinero y que más bien luego nos desquitábamos con otro viaje.
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Llamé a mis dos mejores amigos Maria Camila y Juan Camilo, casi tocayos. No creo que sea coincidencia que mis mejores amigos tengan el mismo nombre, fue el que siempre quise tener desde niña, Camila a secas en vez de Luisa.
A los dos los conozco de lugares diferentes Camila desde el colegio y Camilo desde la Universidad. Viven en dos mundos que trato de mantener separados, porque cuando en un mundo todo va mal tengo al otro para ir a consolarme.
Soy de las personas que piensan que la amistad se refuerza con sexo y no solo con palabras bonitas. Asi que con ambos tengo relaciones sexuales, les tengo demasiada confianza, inclusive entre nosotros ni siquiera usamos preservativos, eso solo lo hacemos cuando nos metemos con alguien diferente.
Esta vez, no tenía mucho tiempo y me arriesgue a juntarlos. Solo me veía embarcada en un viaje express con las únicas personas con las que sería capaz de dormir en la misma habitación.
Nos encontramos en el aeropuerto una hora antes. Los presenté y afortunadamente se llevaron muy bien desde el inicio.
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El lugar no era lujoso ni mucho menos unas 5 estrellas. Se trataba de una cabaña cerca al mar, básica y no muy grande, un solo cuarto sin divisiones donde encontrabas habitación, sala y cocina. La verdad era muy acogedor, limpio y organizado, pero si extrañé que en vez de aire acondicionado solo tuviera un ventilador enorme en medio.
El primer día nos la pasamos en la playa, nadando un poco, tomando margaritas y tirados sobre toallas mientras Camilo nos aplicaba bronceador.
Bufff esas manos en la espalda me ponían mal y por la cara de Camila cuando le tocaba su turno estaba segura que lo estaba disfrutando aún más que yo. Pa qué, pero el man es especialistas haciendo masajes de esos que te la ponen a gotear.
En la noche nos fuimos a un bar, pero no tomamos demasiado para poder madrugar y hacer un tour. Hablamos delicioso, sobre todo ellos que tenían más para contarse y conocer mejor.
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El sábado fuimos a visitar la ciudad, algunos museos de arte, ir de compras y llenarnos de comida de mar que abundaba en cada esquina.
Después del almuerzo nos atacó la somnolencia. Encontramos unas esteras a la sombra, cerca del mar. Solo nos recostamos y caímos dormidos.
Los vendedores ambulantes nos despertaron ofreciendo unas cervezas heladas y nos enteramos que esa noche había fiesta en la palaya.
Nos fuimos a la cabaña a bañar y nos vestimos con ropa ligera para poder bailar sin preocuparnos demasiado del calor.
La privacidad del lugar era demasiado limitada y como ambos ya me conocían desnuda solo les di la espalda y me vestí como si nada.
Creo que le di la confianza para hacer lo mismo y el pudor se fue al carajo. Los dos hicieron lo mismo en su momento y cuando Camilo nos dio la espalda las dos nos miramos y Camila hasta se mordió el labio.
El muy maldito es toda una delicia y siempre provoca acercarse por detrás cogerle las nalgas y luego pasar las manos para adelante y abrazarlo cogiéndole el miembro.
– Ya estoy listo ¿vamos?
Dijo mientras se colocaba una camiseta y se revolcaba el cabello retirando la humedad frente al espejo.
– Si vamos –conteste en voz alta–
Pero la verdad había quedado tan caliente que, en vez de ir, lo que quería era venirme y no precisamente a dormir.
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La rumba en la playa en medio de fogatas gigantes es una delicia, bebes más de lo normal tratando de recuperar los líquidos que pierdes.
La estábamos pasando delicioso, los tres bailábamos juntos, aunque a veces se notaba un poco más la química entre ellos, tengo que aceptar que me daba un poco de celos y me sentía un poco arrepentida por haberlos presentado.
Notaron mi incomodidad, guardaron un poco de distancia. Una buena tanda de reggae que empezó a tocar el grupo en vivo nos regresó a la buena onda.
No se Camila de donde resultó con un cigarro de weed pero entre risas aprovechamos para darle unas cuantas fumadas y luego pasarlo al siguiente grupo. Asi como llegó, se fue.
El calor era insoportable, nosotras nos quitamos las camisetas quedando con la parte superior del bikini, entre las dos entre risas le quitamos la camiseta a él.
Bailar semi desnudos entre tanta gente me enloquecía, Camilo atrás restregándome su miembro entre las nalgas y los senos de Camila apretados contra los míos, me ponía a pensar demasiadas cosas sucias.
Ella me conoce demasiado bien, sabía que estaba excitada y esas miradas que nos dábamos eran fuego. Igual trataba de disimular porque Camilo no sabía de mis gustos por las nenas.
Él se fue a por más licor y nosotras nos quedamos bailando, yo con las manos en su cuello y ella dibujando figuras en mi espalda que me hacían retorcer.
– Cami, no hagas eso
– ¿Por qué no?
– Porque ya sabes de qué me dan ganas
– Es que hoy no te salvas
– Difícil, porque si no recuerdas tenemos compañía
– No creo que sea difícil conseguirle una amiguita y nos deje solitas
– ¿Y si lo invitamos?
– Luisa que zorra –se toteo de la risa– ahora entiendo esto del viaje, ya lo tenías todo planeado ¿cierto?
– No no, te lo juro por mis papas que no
– No me creas idiota, a ver confiesa, maldita zorra
– Cami te lo juro que no… –me sonroje y rei bajando la mirada–
– ¿pero?
– Pero no te niego que me encanta la idea
– Ya sabes que no soy idiota y que si no me decís la verdad me enojo
– Te estoy diciendo la verdad –la mire directo a los ojos y le coloqué la mano sobre mi pecho para que sintiera mi corazón–
– Hasta estas asustada
– Si, no te niego que me da de todo. Me gusta, pero me asusta, porque no sé que vas a decir Camilo, ni como va a reaccionar
– Tan bobita, apuesto que…
Camilo llego con tres cocos con sombrillita llenos de licor, nosotras nos sepáranos, disimulando hablar de otra cosa y le ayudamos a recibir los tragos.
No volvimos a tocar más el tema, pero esa conexión de miradas y risas cada que él no nos estaba viendo eran de lo mejor.
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El concierto terminó, él inocente de lo que habíamos hablado nos invitó a caminar por la playa, a dejar que las olas nos alcanzarán los pies y ver las estrellas en la parte más oscura cercad del rompe olas.
Todo me temblaba, ya me imaginaba revolcándome en esa arena con los dos, los tomé de la mano me les hice de frente para proponerles unirse a mi locura… y de la nada empezó a caer una lluvia.
Al inicio nos encantó por la sensación de frescura, pero muy pronto el viento empezó a soplar con demasiada fuerza y los truenos nos terminaron de espantar.
Corrimos a toda prisa hasta la cabaña, el calor húmedo se nos pegó al cuerpo como un manta y nos hizo transpirar demasiado.
Entramos a la cabaña. Camilo se quedó justo debajo del ventilador de la sala para refrescarse, nosotras fuimos directo a la cocina a buscar algo de beber.
Apoyando las manos de espalda me sente en la isla dándole la espalda, mientras Camila se metía dentro del refrigerador para sacar una botella de jugo de naranja.
Se llenó un vaso y se lo tomo hasta dejarlo vacío, me sirvió en su mismo vaso y volvió a meterse dentro del refrigerador con la puerta abierta tratando de refrescarse.
Un par de truenos cayeron dejándonos deslumbrados y segundos después tras escuchar el estallido de algún transformador se fue la luz dejándonos en penumbra a merced de las sombras y los destellos de la tormenta.
Ella completamente tranquila, abrió la heladera, saco un par de hielos y se los paso por el cuello y en medio de sus senos. Si antes tenía calor, esto me termino de dejar mal.
– Si, esto es lo que necesitas
Se acercó a mí con los hielos los paso por mi cuello con una mano, mientras que con la otra jalaba el nudo en el cuello de mi bikini y mis pechos quedaban al aire.
– Wooow ¿qué haces?
– ¿No tienes calor? yo sí, estoy super caliente
El cuerpo me temblaba, no era capaz de voltear a ver a Camilo. Ella paso una mano a su espalda se soltó su sostén y de lo más natural del mundo se pasó los hielos sobre su pecho desnudo haciendo círculos en sus pezones hasta que de derritieron.
– ¿Te molesta? –le preguntó a Camilo desabrochando sus shorts en seña de quitárselos también–
– No, no –con vos nerviosa– claro que no
En segundos se desnudó, saco la cubeta de hielos, le dio la vuelta y salieron los cubos restantes sobre la isla.
– Este calor me está matando
Se paso un par de ellos por el cuello, recogiéndose el cabello hacia arriba. Maldita sea mis pezones iban a explotar, se veía demasiado sexy la muy maldita.
Se acercó a mí, me tomó el brazo y empezó a pasar un cubo lentamente. La sensación de frescura que dejaban a su paso era increíble. Llegó a mi hombro y los deslizó por mi espalda provocando que me arqueara y se me saliera un pequeño gemido y al inflar mi pecho ella tomo uno de mis pezones en su boca.
– Cami no –dije tratando de disimular–
Ni siquiera quería dar la vuelta, tenía la cara completamente roja y me imaginaba que mi mejor amigo estaba pensando lo peor de mí.
Me empujó de los hombros, quedé apoyada en los codos. Con los truenos veía como ella empuñaba los hielos en su mano y dejaba caer gotas frías entre mis senos que por la gravedad se metían entre mis shorts.
Me miraba a los ojos, torcía los labios y sonreía. Esa carita de maldad, me ponía a mil.
Bajo con su lengua siguiendo el camino húmedo, me quitó los shorts y montón mis pies sobre la encimera dejándome pati abierta, se hizo de rodillas y con un hielo en su boca me lo empezó a pasar por los muslos y por mi sexo, dando pequeños lengüetazos a través de él.
– ¡Ay dios Cami!
Coloqué mi mano detrás de su cabeza, me dejé caer por completo, cerré los ojos y me tapé la boca para no gemir demasiado duro.
Él se acercó, pude sentir su presencia, pero aun así no me atrevía a abrir los ojos. Una manos grandes y fuerte tomaron mis senos, sentí su perfume y sus besos. La verdad no se si en ese mismo momento me vine, pero por lo mojada que estaba era casi seguro.
Busqué con mi mano quitarle los jeans, pero él ya estaba desnudo. Al mandarle la mano a su miembro me encontré con una deliciosa erección.
Abrí los ojos, él me sonrió y al fin me pude relajar, no estaba en condiciones de juzgarme. Dejé caer mi cabeza hacia atrás de la barra, abriendo la boca, él ya sabe que me encanta mamárselo en esa posición para podérmelo tragar enterito hasta las bolas.
No podía estar más excitada y demente, justo en medio de mis dos mejores amigos y amantes. Todo esto parecía un sueño, si lo era, no quería despertar.
Camila hizo muy bien su trabajo, ella acostumbra mojarse toda la cara con mis fluidos. Me pasaba la lengua entre los labios, con su nariz me frotaba el clitoris y con su pulgar visitaba mi interior. Le entregue todo mi placer sin dejar de meterme su miembro hasta el fondo de la garganta.
Ella se levantó, me cerro las piernas y se montó a horcajadas sobre mi vientre.
– ¿Quieres probarla? –le dijo–
Ni siquiera contestó, la atrajo del cuello y se empezaron a besar. Camila gemía delicioso, se acariciaba su sexo y cuando estaba mojadita se levantaba un poco para frotarse contra mis pezones endurecidos.
Lo besó en el cuello, pectorales, abdomen y empezó a besarme en el cuello y las comisuras de mis labios metiendo su lengua para tocar su miembro.
– No sea amarrada
Saqué su miembro de la boca y ella cual ternero hambriento después de estar lejos de su madre se lo chupó con ganas como si no se lo fuera a prestar de nuevo.
Yo aproveché para enfocarme en sus bolas, lamerlas y chuparlas, para empujarlo de las nalgas para que se lo metiera a ella más al fondo y para poder alcanzar su delicioso trasero. Le encanta que mi lengua vaya en círculos y después trate de meterla.
Los gemidos roncos de Camilo eran más fuertes. Nosotras nos acariciábamos el cuerpo y yo aproveché para levantar mi pierna entre su sexo y empujarla de las nalgas para estimular su clítoris, gemía delicioso mientras se lo mamaba y la humedad de su sexo ahora corría por mi pierna.
Camilo tomó distancia de nosotras caminando alrededor de la isla, deteniéndose unos segundos a ver como nosotras nos divertíamos. Lo miré de reojo e hizo una mueca de estar pensando alguna maldad.
Terminó de dar la vuelta y el corazón se me aceleró. Trató de no interrumpir, me levantó las piernas y las colocó debajo de las de ella para que no las pudiera bajar. Se hizo de rodillas, nos separó las piernas con las manos y sacó su lengua para pasar desde mi trasero, pasando por mi sexo, hasta el suyo y terminar con su lengua en punta en el culo de ella que no se lo esperaba y dio un pequeño brinquito.
Ella me miró a los ojos y se quedó sorprendida, sentí la lengua de Camilo de nuevo en mi trasero empezando a hacer el mismo recorrido, ahora mientras subía ella apenas sintió su lengua en su sexo la hizo fue apretar sus labios y soltar un pequeño gemido.
Sentí a Camilo de nuevo en mi sexo con su lengua abrirse paso hasta mi clitoris, moviendo con rapidez la punta en mi clítoris. No entendía la cara de placer de Camila hasta que mientras se levantaba me hacia lo mismo a mí, acariciando con sus dedos mis labios externos esparciendo mis fluidos hasta abrirse paso con sus dedos del medio acariciar mi clítoris con su pulgar y acariciar mi trasero.
– Ahhh –gemía desinhibida– es bien necio este HP –dijo mirándolo por encima del hombro–
Los besos y gemidos eran una delicia, cuando ella se clavaba en mi cuello aprovechaba para mirarlo, él muy desgraciado movía sus dedos como él sabe que me enloquece para hacerme cerrar los ojos.
– ¡Méteselo! –le dije agarrándola de las caderas–
Camilo curveo su boca y levantó su ceja, metiéndome el dedo meñique antes de sacar sus manos de nuestro interior. Pasó su glande de arriba a abajo de su sexo y acomodó su miembro, colocó sus manos sobre las mías.
La inercia del movimiento de sus caderas hacía que su cuerpo se meciera sobre el mío, ella se apoyó en las manos levantando su torso y cerrando los ojos cuando su miembro entró por completo.
– Ahhh ahhhh HP vida que delicia
Sus pezones rozaban con los míos y me enloquecía verle esa carita de placer. Volvió a dejarse caer llenándome de besos, bajando su mano a mi sexo y colocando su rostro al lado del mío.
– ¿Quieres compartir?
Me preguntó casi en secreto con un poco de picardía en su tono, mientras me chupaba y mordía el lóbulo.
– ¿Compartir?
– Si, que me lo saque y te lo meta a vos y después a mi
Se excitó demasiado con solo decírmelo y gemía más duro.
– Porfa Luisa, porfa –dijo en voz alta–
Se apoyó en sus manos y se me quedó mirando a los ojos mientras veía sus senos tambalearse por las penetraciones.
– Ahhh ahhhh ¿sí?
Me mordí los labios, pensándolo unos segundos y le confirmé moviendo la cabeza. Ella cerró los ojos con una sonrisa pícara, se dio la vuelta sobre su hombro.
– Méteselo a ella
Camilo se lo sacó, lo colocó en mi sexo dispuesto a recibirlo, pasó su mano por el torso de ella y mientras me lo metía ellos se besaban. No fue nada delicado, sabe que a mí me encanta que me lo meta bien duro.
Su pelvis chocaba contra sus nalgas y sus senos bailaban sobre mi boca, ella reía al ver mi cara de placer mientras se los chupaba.
– HP que rico, yo también quiero duro
Le mandó la mano al miembro, se lo sacó y lo apunto a su sexo.
– Ay HP siiii que rico
Sus cuerpos chocaban y se confundían con los truenos de la tormenta. La habitación se iluminaba con los relámpagos y pudiendo ver mejor su cara de placer. Abri la boca succionando con fuerza sus senos y al dejarlos salir le daba un pequeño mordisco al pezón.
– Lu no noooo nooooo ahhhhhhhhhh
Tuvo un delicioso orgasmo, Camilo le dio un par de penetradas más para asegurarse de no dejarla empezada y de inmediato fue a buscar el mío.
Pasó sus manos por el lado de ella para agarrarme de las caderas y me lo metía tan duro que me hacía dudar de la resistencia de esa isla que ahora cirugía con el peso de los tres.
Camila se acercó a mi boca, mezclamos nuestras lenguas y nos quedamos mirando a los ojos. Me agarró los senos abriendo sus manos, apretando con fuerza, llevó una de sus manos hasta mi clítoris y con la otra tomo mi pezón empezando a retorcerlo.
– Quiero ver esa carita de placer
–me dijo–
Se clavó en mi cuello chupando con fuerza, ella sabe que es mi debilidad. Giró mi pezón jalandolo y no aguanté más.
– Ahhhh diossss siii ahhhhhh ahhhhhhhh
Camilo no dejo de penetrarme con la misma intensidad, cuando abri los ojos ella estaba ahi mirándome con una hermosa sonrisa, le di un beso y se la correspondí.
– ¿También quieres compartir el…
– Claro que si –ni me dejó terminar–
Ella al bajarse de la isla se lo hizo sacar, me tendió la mano para ayudarme. Nos hicimos de rodillas y agarrándonos los senos le abrimos la boca moviendo la lengua.
Camilo se rio, se cogió el miembro, nos lo metía a la boca, de la una a la otra para que se lo chupáramos, se apartó un paso y se empezó a masturbar hasta dispararnos su semen a la cara y bocas.
Nosotras entre risas intercambiamos el sabor de su semen viscoso en nuestras bocas pasándolo de una boca a la otra.
Él se quedó apoyado con la espalda en la nevera tomando un poco de aire, el calor era infernal y los tres estábamos transpirando por montones. Se me quedo mirando fijo a los ojos y me sentí un poco juzgada.
– ¿Qué pasa?
– Nada
– ¿Nada? Algo te pasa
– Estas loca
– Loca ¿por qué? ¿por esto?
Me acerqué a Camila y la volví a besar con todas las ganas.
– Por no contarme
Me levanté, caminé hacia él y también le di un beso con la misma intensidad.
– No hay nada que contar
Le tendí la mano a Camila para ayudarla a poner de pie y me los llevé al baño a darnos una buena ducha de agua fría y refrescarnos.
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Ni siquiera nos secamos nos acostamos los tres en una de las camas a recuperar un poco de fuerzas.
– ¿Es primera vez que ustedes dos…
– No –respondió Camila–
– No –confirmé– y no sé por qué te extraña, los dos saben que me encanta el sexo
– Pues sí, pero no sabía que con otras…
– ¿Mujeres?
– Si, mujeres
– No son mujeres, es ella y sos vos, los dos me encantan como amigos y también para meterlos a la cama
– No entiendo, ósea que no sos…
– ¿Lesbiana? –dijo Camila entre risas–
– Como te lo explicó, hetero no soy, pero tampoco me considero lesbi. Es más, algo que me inspiran ustedes dos. No soy de tener pareja, pero tampoco de las que se mete con cualquiera, me tienen que gustar primero demasiado como persona antes de querer algo más
– ¿y esto ya lo habían hecho antes? –moviendo su mano en circulo para incluirnos en su pregunta–
– No, al menos yo no –dije mirando a Camila–
– No, yo menos, la lanzada acá es ella ¿y vos?
– Tampoco, nunca, ni me imaginaba que fuera algo posible, menos con Luisa
Me solté a reír y los dos me miraban como si estuviera loca.
– ¿De qué te ríes? –preguntó Camila–
– Acabamos de perder la virginidad de trio
Al entender el chiste los tres nos soltamos a reír y terminamos con el estómago doliendo y lágrimas en los ojos.
– Yo tengo una pregunta –dijo Camila, mirándome de reojo–
– Ya con que vas a salir –respondí sentándome en la cama–
– Es que no pude evitar ver que Lu te chupo hasta el culito –mirando a Camilo– y según vi lo estabas disfrutando