Así que un viernes hablamos para ponernos de acuerdo sobre el lugar en que nos conoceriamos y si se daba la química, pasaríamos a la intimidad. Mis nervios eran muchos pues nunca había estado con alguien de mi mismo sexo, pero también estaba muy exitada imaginando que como ella es una chica muy experimentada en estos menesteres sexuales, seguramente sería una realción placentera. Además yo le pedí que dada mi inexperiencia, fuera ella quien asumiera el papel dominante que dispusiera de mi hasta hacerme llegar al cielo y que después de eso, yo la obedecería en todo lo que me indicara para con ella.