Mi nombre es Isabel y aunque subí recientemente un relato, el que a continuación les voy a compartir no podía dejarlo pasar. Soy una mujer de 45 años, pero me he sabido cuidar. No diría que soy perfecta ya que nadie lo es, pero tengo lo mío. Soy de complexión delgada, pechos medianos y firmes, así como el trasero. Soy de cabello ondulado color negro y soy de tez blanca. En fin. Este lunes 30 de Septiembre lo empecé como cada día. Me levanté, fui al baño. Preparé mi regadera y me bañé. Hasta ese momento todo normal. Mientras mi cuerpo era cubierto por el agua, mis manos vagaron por todas partes. Al terminar, salí de mi baño y busqué mi ropa. Miré la hora y eran 6:40. Aún quedaba tiempo. Desgraciadamente a mi suele tocarme mucho tráfico así que no podía demorar mucho en vestirme y maquillarme. Me puse mi panty negro, y luego mi brasier, igual del mismo color. Al retocarme el rostro, decidí quedarme así para no mancharme la ropa. Caminé hacia mi tocador y de la nada se abrió mi puerta y apareció mi hijo Jorge.
– Oyee!!!, dije en voz alta algo sorprendida
Cerró con seguro y caminó hacía mí caminando rápido.
– Ven, acá, dijo apoyando sus manos sobre mi cintura y besando mi cuello.
– Espera, espera, dije tratando de apartarlo, pero no lo lograba.
– Que rico hueles, mamá.
Jorge es un chico de 25 años. Sin duda muy pervertido y muy sucio, pero a pesar y no tanto, tengo la gran suerte de tener un hijo así. No es feo, tiene un cuerpo decente y llamativo. Y no porque sea él, sino porque a sabido cuidarse. Tengo por otro lado a mi hija Carolina de 20 años, pero de ella no hablaré ya que no se involucró en ningún momento.
Mientras continuaba besando y oliendo mi cuello, subió su mano derecha y metió los dedos y toda la mano a mi copa izquierda por la parte de abajo. Al adentrarse sus dedos rosaron mi punta.
– La tienes dura, ¿estás excitada?, preguntó
– …algo, pero para.
Me ignoró, cubrió mi seno con su mano y lo apretó.
– Que ricas tetas, me gustan mucho.
– Jorge, detente.
Sus besos y su mano, que, aunque no eran demasiado, ya habían encendido algo en mí. Solo oler su aroma me sentía tan excitada ya. Sus manos, sus besos, me envolvían a él. Sin percatarme, su mano izquierda cubrió mi entrepierna y empezó a frotarme.
– Que rica vagina, mamá.
Solo poner su mano, bastó para que me entregara a él y que hiciera lo que le gustara.
Aunque frotaba por encima del panty, ese trapo parecía no proteger nada. Con los ojos cerrados y mordiendo los labios, disfrute de cada beso y cada caricia de sus manos.
– A puesto a que quieres que te la chupe, ¿verdad?
– ¿Ah?, contesté estúpidamente.
– Pero estoy casi seguro que te encantaría que te la chupe mientras orinas, ¿no es así?
– …cállate
Dios mío, tenía tanta razón que era imposible contener la excitación de sus palabras.
– Recuerdo aquella vez que lo hice, ¿te acuerdas, mamá? Cuando te descubrí tocándote. Sabía tan rica tu agua.
Lo hacía tan bien. Sabía excitarme con su voz y con sus manos. Retiró su mano de mi teta y subió la copa para liberarla.
– Déjame chuparla un poco.
No podía negarlo, sin pensarlo quería que lo hiciera. Al descubrir mi seno, vi como su boca se acercó a mi punta para finalmente atraparla. Que rico era que me chupara. Su lengua lamia mi punta. La lengüeteaba. Su mano izquierda se apartó de mi entrepierna, para luego usar la derecha para bajar mi panty a la mitad de los muslos y regresar a mi concha. Sus dedos cubrieron mis delicados pliegues. Los acariciaba. Soltó mi teta y dijo:
– Tu concha, mamá. La tienes tan rica.
– Ven, sigue chupando, le dije tomándolo de la nuca y acercándolo a mi seno.
Abrió la boca y se metió casi todo mi pecho.
– Si, así, dije abrazando su cabeza.
Sus dedos al estar tocando plenamente mi vagina, se dedicaron a frotarme el clitoris.
Estaba tan sumergida en el placer. Me había olvidado de todo. Del maquillaje, de la hora, del trabajo. De todo.
– Si, ráscame ahí, dije muy excitada.
Su dedo medio era increíble. Rascaba muy rico mi clitoris.
– Succiona, le ordené.
A pesar de ser ya algo mayor o llegar a los 50, curiosamente mis senos aún siguen produciendo leche, así que no quería perder la oportunidad de que mi hijo me complaciera en beber de mi seno. Sin dudar, lo hizo. Dio una ligera succión llevando al interior de su boca una pequeña cantidad de mi líquido blanco. La soltó diciendo:
– Que rica, te sabe, mamá.
– ¿Si? Sigue, sigue, bebe más.
Volvió a tomar mi ceno y a seguir succionando. Su mano no paraba de frotar mi concha. Dios, era tan perfecto. De repente su mano izquierda llegó a mi trasero y comenzó a rascar mi apretado agujero.
– …Jorge
Dios, tocarme en esa parte es una de mis debilidades y que sin duda alguna él sabe cómo generarme mucho placer. Sólo colocar su dedo en esa zona fue suficiente para excitarme más. Mi cintura comenzó a columpiarse.
– ¿Te gusta así?, me preguntó.
– …ajá!! Si!!
Mi culo se movía de atrás hacia adelante. Unos segundos después, penetró mi ano con su dedo, volviéndome loca de placer.
– Aaahh!!!, gemí.
– Que rico agujero, mamita.
– Mételo!!, le pedí sin parar de columpiarme.
Lo abracé fuertemente mientras más introducía su largo dedo.
– Lo tienes tan profundo, dijo.
– ¡¡Que rico, me gusta!!
Su dedo estaba a punto de que mis esfínteres tocaran sus nudillos. Estaba tan dentro que esperaba no mancharlo. Quitó su mano de mi vagina y la probó.
– Sabe riquísima, dijo mirándome a los ojos
Sin apartar la mirada, bajó lentamente sin retirar su dedo de mi trasero. Al agacharse por completo, su cara quedaba exactamente frente a mi vagina. Se acercó y me besó la pelvis. Rozó su nariz para oler. Siguió bajando y antes de que sus labios llegaran a mi raja, se detuvo.
Se apartó y se acercó resbalando toda su lengua sobre mis pliegues avanzando hacia arriba hasta tocar mi clitoris.
– Aaahhh!!! Solté un ligero jadeo.
Al llegar a ese pequeño punto, me dio unas cuantas lamidas haciendo que me retorciera un poco.
– …dios, dije con una voz entrecortada.
Di un profundo respiro para contener el placer y apreté los dedos de mis pies.
– Te sabe super rica, mamá
– ¿…Mucho?
– Si, mucho.
Mirándolo desde mi posición, era una imagen que disfrutaba mucho ver. Su dedo empezó a moverse dentro de mí. Empezó a rascar por dentro. Acariciaba mis paredes anales. Cerré mis ojos para dejarme llevar y dejar aún lado la preocupación más obvia que uno tendría.
– ¿te gusta?, me preguntó.
– …si.
Me rascaba suavemente. Mientras lo hacía, metió su cara en mi entrepierna y comenzó a comer de mi concha con desesperación.
– Siii!!!! Así!!!
Recargué mis manos sobre su cabeza y formé puños tomando su cabello. Dios mío era una combinación perfecta. Dios, su lengua pasaba una y otra vez sobre mi clítoris. Mis ojos se entrecerraban de placer y mi pelvis sólo columpiaba golpeando mi vagina con su boca.
– …tu lengua, dije con voz cortada
– ¿Qué tiene, mamá?
– …me…gusta.
Se apartó un centímetro aproximadamente y con la punta de su lengua inició un juego de lengüeteos en ese punto dónde mas me volvía loca.
– Dios!!! Sii!!! Así!!!
Lamer de esa manera aumentó el placer de un chasquido. Sentía tan rico que no quería que terminara. Mi excitación estaba en lo más alto que no podía contener las ganas de hacer más cosas. Pasé mi mano derecha a mi trasero y saqué su dedo para luego llevarlo a mi boca. Al meterlo, lo lamí, lo chupé. Lo limpié mas que nada. Tenía un sabor raro pero lo disfruté con muchísimo gusto. Retiró lentamente su brazo regresándolo a él y lo metió junto con otro dedo justo dentro de mi vagina de modo que sus yemas rosaran la parte delantera. Sin parar de lamer mi clitoris, empezó a sacudir sus dedos dentro de mi de una forma que el placer subió a un nivel que me hacia retorcerme.
– …Jorge!!!
– ¿Qué, mamá?
– Aaahhh!!! …más!!
– Sientes rico, ¿verdad?
– …siii!!!
De la nada los movimientos de sus dedos aumentaron su ritmo de una forma descomunal que me hizo gemir.
– Aaahhh!!! Jorge!!! Siii!!! Dios!!!
Paró de chupar mi concha y se enderezó sin parar de sacudir sus dedos.
– Te vez tan hermosa así
Solo lo miraba con la boca abierta y los ojos entrecerrados. La sensación no me permitía estar 100 % estable.
– Te sabe bien rica la concha.
Dios, empecé a sentir una presión muy fuerte. Mi corazón empezó a acelerar. Sus dedos se movían mas rápido ahora. Recargué mis manos sobre su pecho débilmente.
– Jorge, Jorge
– ¿Qué pasa? ¿Lo hago más fuerte?, me preguntó con un tono agresivo Sacudiendo sus dedos y diría que su mano con descaro.
– Aaahhh!!! Gemí y apreté los ojos.
Tenía una sensación de tener ganas de orinar. Pero una sensación tan fuerte que estoy segura que iba a explotar. Dios, no podía aguantar tanto tiempo estar así. Estaba segura que estaba a punto de venirme.
– Aaahhh!!! Me…me…quiero…ve…nir…dije
– Hazlo, hazlo, ¡¡mamá!!
Se agachó un poco y sin creer que podría sacudió aún más como un loco.
– Dios, dios!!! Aaahhh!!! ¡¡¡Aquí viene, aquí viene!!! Si!! Sii!! Sii!!! Sii!!! Aaaaahhhhhh!!!!! Dioooossss!!!!!!
Santo dios, mi vagina expulsó un chorro con fuerza como si me hubiese orinado. Mi cuerpo temblaba y mis piernas se doblaron. Me debilité por completo, aunque él me sostuvo rodeando mi cintura con su brazo.
– ¡¡Que hermoso, mamá!! Te salió como en los videos que veo.
No contesté a eso. Mi respiración estaba tan agitada que no me dejaba hablar. Ese último grito y más que nada gruñido fue testigo de un momento tan abrumador, pero intensamente rico. Al recuperarme y al estar con una playera blanca y un pans negro, se quitó la playera mostrándome su pecho y abdomen. Me tiene súper enamorada el cuerpo de mi hijo. Fue un tiempo al gimnasio y vaya que le sirvió. No está todo musculoso, pero marco su cuerpo, lo que lo hace verse sexy que estar lleno de bolas. Me incliné a él y besé su pecho. Mordí sus tetillas. Bajé a su abdomen y lo llené de besos. Continué hasta poner de rodillas y teniendo frente de mi rostro su entrepierna. Ver esa parte se notaba que su miembro estaba erecto. Puse mi mano sobre ese bulto que se marcaba.
– Mmm, que rica está, dije sonriendo.
Tiré del nudo que amarraba su pantalón y lo bajé hasta sus pies. Al hacerlo en su bóxer de lycra se marcaba ese rico y largo miembro.
– Dios, que larga se puso.
– Vamos, sácala
– Veamos, dije bajando ese bóxer.
Cuando lo bajé, su duro cacho de carne dio un salto moviéndose de un lado a otro. Sonreí. Tragué saliva. Dios, la boca se me hacía agua con solo verlo. Lo tomé con la mano derecha y me incliné poniendo mi nariz sobre él.
– Que rico huele.
– ¿Quieres comértela, mamá?
– ¿Me dejas?
– Claro. Cométela toda.
– Claro que si, mi amor.
Le di mi último respiro y abrí la boca metiéndomelo.
– Aaahh!!! Eso!! Métetela toda, mamá!!
Su punta rosaba mi paladar y mi lengua. Tener su verga en mi boca era tan rico. Tenía tiempo de no hacerlo. Rodeé su glande con mi lengua y la lengüeteé.
– Eso!!! Así!!
Miré a su rostro y entrecerraba los ojos. Me agradaba complacerlo tanto. Comencé a mover la cabeza de atrás hacia adelante haciendo que su verga entrara y saliera de mi boca. Sus manos me tomaron de la cabeza llevando el ritmo. Sabía tan rica. Su punta golpeaba mi paladar y mi campana.
– ¡¡Que rico la chupas!!
Sentir como su glande rosaba mi lengua y mi paladar me gustaba tanto pero más cuando llegaba a mi campana. No lo dude ni un segundo y me la metí más haciendo que llegara a mi garganta.
– Eso, mamá!!! Metetela toda!!
Cerré mis ojos para disfrutar mucho mejor su penetración. Mis labios aún no tocaban sus testículos y ya me estaba ahogando. Dios, quería tenerla toda adentro pero tampoco quería sofocarme. La retiró. Verga cubierta de mi saliva me causaba tanta excitación y tanto antojo que volví a meterla. Por otro lado al ver cómo me entraba, no esperó más y la hundió atravesando mi campana y bajando por mi garganta.
– Que rico te entra!!
Aunque estaba a punto de vomitar, ver como lo disfrutaba, me contuve. Mi lengua era imposible moverla, pero su rico miembro la rosaba de lo más sabroso. De repente, el muy descarado, con su índice y pulgar de su mano derecha, tapó mi nariz, así como apoyando su otra mano en mi nuca para evitar que me moviera. Santo dios, ese momento fue tan desesperante. No podía respirar. Mis ojos comenzaron a soltar pequeñas gotas de lágrimas y mi corazón a acelerarse como si hubiese corrido metros de distancia.
– ¿te gusta así, mamita?, me preguntaba rudamente empujándome su verga.
Sólo lo miré con los ojos ligeramente cubiertos de lágrimas.
– Te vez hermosa así.
Empecé a toser. Necesitaba respirar. Usé mis manos para quitarme las suyas, pero me tenía muy bien sujetada.
– Espera, espera, otro poco más.
Era un maldito. ¿Me quería matar o qué?, pensaba. Me estaba desesperando. De la nada me soltó y la sacó. Al retirarlo, di un gran respiró. Mi boca brotaba mucha saliva. Se agachó un poco y me besó. Despegó sus labios de los míos y me dio unas cuantas palmadas en la mejilla izquierda.
– Te vez hermosa con la boca cubierta de saliva, me dijo mientras mi respiración se estabilizaba
Solo lo miraba. Me encantaba como me trataba. Más que nada me excitaba.
– Abre la puta boca y saca la lengua, me ordenó.
Lo obedecí sin ningún problema a pesar de su forma de hablarme. Cuando lo hice, metió dos de sus dedos de su mano derecha hundiéndolos hasta bajar a mi garganta. Justo cuando llegaron a esa profundidad, presionó generando las ganas de vomitar. Los sacó rápido.
– ¿quieres vomitar?
Negué con la cabeza. Me dio un golpe en la boca que hizo que me ardiera, pero me hacía sentir tan bien. Estaba entregada a él. Con la boca semiabierta cubierta de saliva, se acercó plantando sus labios con los míos.
– Me encanta tu saliva, mamá.
Solo lo miré.
– Ven, me dijo poniéndome de pie. Se pegó a mí y con su mano izquierda subió mi pierna derecha de modo que colgara de su brazo y con la otra tomó su largo miembro y lo untó en mi concha.
– Que rico estás húmeda.
Lo soltó, se escupió la mano y bajó para lubricar su verga. Al hacerlo, frotó su glande sobre mis pliegues mojados y la metió. Sentir como entraba me hizo soltar un pequeño gemido.
– Aaahhh!!! ¡¡Que rico!!, dijo disfrutando esa penetración
Su verga estaba tan dura. Resbalaba muy bien, rosando mis paredes. Su brazo cargando mi pierna y con la otra rodeando mi cintura era una postura muy al estilo porno sin duda.
– Que rica vagina, mamá. La tienes súper mojada.
– Sii!! ¡¡Estoy muy mojada!!
– ¡¡Me fascinas!!
Metía y sacaba, metía y sacaba. Cada vez que lo hacía mis ojos se entrecerraban y mi cuerpo disfrutaba de una sensación tan rica. El placer que me generaba me creaba un ligero escalofrío por todo mi cuerpo. Conforme siguió, aumentó el ritmo.
– Aaahhh!!! ¿Te gusta?, me preguntó muy excitado
– Sii!! Métela!! Métela toda!!
– ¡¡Claro que si, hermosa!!
Su penetracion fue tan profunda después de que se lo pedí, que me hizo soltar un alarido. Abrace su cuello y me pegue lo más que pude a él. Dios, se sentía de maravilla. Sus empujones me volvían loca. Estaba tan excitada que la lubricación de mi vagina lo convertía en el mejor momento.
– ¡¡¡Te resbala tan rico, mamá!!! Me vas hacer venir muy rápido!!
– Aaahhh!!! Noo!! ¡¡¡No acabes!!! ¡¡¡Quiero estar…así mas tiempo!!!
Lo disfrutaba de maravilla. El placer que me generaba su verga, hacía que mi cintura se columpiara inconscientemente. Estaba tan excitada, tan caliente.
– Aaahhh!!! Jorge!!!
– Dime, mamá!
– ¡¡¡Me gusta!!! ¡¡¡Me gusta esto!!!
– ¡¡A mi también!! ¡¡Me encanta!!
– ¿Disfrutas mucho como te la meto?
– Siii!!! ¡¡¡Lo haces muy rico!!! ¡¡Sigue!! ¡¡¡No pares!!!
– ¡¡Claro que no!!, terminó dándome un beso.
Metió su lengua a mi boca y la recorrió por todas partes. Mientras nuestras bocas mezclaban nuestra saliva, su cogida aumentó de ritmo haciendo que empezara a gemir con más ganas.
– Aaahhh!!! Siii!!! Así!! Así métela!!! Sigue!!
Penetró bruscamente.
– Más!!! Más!! Que rico!!! Vamos!!! Cógete a tu mamita!! Métesela toda!!!
– Que rica te escuchas!!! Me excitas muchísimo, mamá!!!
– Y tu a mí!!! La tienes tan dura!!! Y larga!! Me lo haces súper rico!!
– Tu vagina me encanta!!! Se siente excelente!!!
– Sigue!!! No pares!!!
El placer que me regalaba su miembro era increíble. No quería que acabara. Dios, de la nada esa sensación de querer ir al baño se estaba presentando. Sentía que mi pelvis aumentaba su tamaño.
– Jorge!!! Aaahhh!!!
– Estás bien rica, mamá!!!
– Sii!!! Vamos!!! No pares!! No te detengas!! Házmelo!!
– ¡¡¡Quiero que te vengas!!! ¡¡Quiero que te salga otra vez ese rico chorro!!
– Siii!! Quiero…eso otra vez!! Aaahhh!!!
Bajé mi mano derecha a mi vagina y empecé a rascar mí clitoris mientras su verga seguía penetrandome alocadamente. Dios, el placer era abismal. No tenía duda que faltaba foco para llegar a ese momento tan extremo.
– Que rico!! Que rico!! Aaahhh!!! Me gusta esto!!! Jorge!! Mi amor!!
– Sigue!! Tócate!! Rasca tu sabrosa vagina!!!
– Aaahhh!!! Si!! Sii!! Dios..mío!! Ya!! Viene!! Viene!! Si!! Sii!! Sii!! Aaaahhhhh!!!!!
Ese último gemido fue acompañado de un potente chorro, haciendo estremecer todo mi cuerpo. Dios mío, mi cuerpo se retorcía y mis ojos se entrecerraban. Mi pierna izquierda se doblaba. Perdí fuerzas. Parecía que me iba a desmayar. Ese potente squirt me había debilitado.
– Ven, ven, ven, dijo rápido sosteniéndome.
Escupió su mano derecha y la metió en mi vagina para luego empezar a sacudirla con mucha rapidez.
– …Jorge, dije su nombre viendo cómo me sacudía.
Esa sensación volvía a formarse de la nada. Se contuvo mucho placer.
– Sii!! Sii!! Más!! Más!! Quiero más!! Quiero más!! Quiero…aaaaaahhhhhh!!!!!
Mi vagina explotó por tercera vez haciéndome disfrutar de un increible orgasmo. Mientras sacudía su mano, mi vagina salpicaba el suelo de ese hermoso orgasmo. Yo por otra parte simplemente me quejaba como niña chiquita. Lo miré con unos ojos que apenas y podía abrirlos. Su rostro mostraba tanta seguridad y dominación sobre mí. Mientras yo estaba con la boca entreabierta y totalmente inmóvil por el placer, mi cintura solamente se columpiaba.
– ¿disfrutas esto, mamá?, me preguntó rudamente
– …si!, contesté apenas ya que su mano y la sensación tan rica en la que estaba envuelta no me permitían hablar con claridad.
Retiró su mano y la sin sacarla de mi entrepierna la llevó a mi trasero. Sus dedos (medio y anular) rascaron mi ano. Frotó en círculos y los empujó hasta adentrarlos por completo en mi interior.
– Aaahhh!!!, gemí y mordí mi labio inferior
– ¿Ahí te gusta?
– …ajá, conteste acompañado de un alarido.
– Que rico agujero
Sus dedos resbalaban tan rico mis paredes anales que deseaba que no los sacara.
– Aprieta mis dedos, me ordenó
Lo hice.
– Que rico, ojalá así apretaras mi lengua cuando te la meto.
– …cállate
Dios, sus palabras me encantaban demasiado.
– ¿Por qué callarme? ¿Eh?
– …porque…me excita!!
– Puja
Tragué saliva desvaneciendo mis temores y lo obedecí. Puje lentamente. Sus largos dedos fueron saliendo de mi trasero como si fueran un trozo de mierda. Al salir subió la mano a la altura de su pecho. Miró sus dedos y sin dudarlo los metió a su boca. Ver esa imagen de él probando mi culo, me demostraba tanto de lo que sería capaz.
– Saben ricos, dijo.
Al terminar su frase, acercó su rostro al mío y me besó. Su boca tenía un sabor amargo y me dediqué a disfrutarlo como él lo hizo. Mientras nos besábamos, su mano bajó a mi vagina y se enfocó a frotarme la parte de mi punto más sensible de mi cuerpo.
– Aaahhh!!!, gemí.
– Rico, ¿verdad?
– …ajá
Su dedos frotaba formando círculos alrededor de mi clítoris. Dios, lo hacía perfecto. Me generaba tanto placer esas caricias.
– Está duro tu clítoris, mamá
Yo solamente lo miré con unos ojos que apenas y podía abrirlos. Estaba sumergida en el placer.
– Te vez hermosa
Se detuvo y bajó más la mano hasta llegar a mi ano para penetrarlo nuevamente con un dedo. Respiré profundamente al introducirlo lentamente.
– ¿te gusta que te los meta?
– …si
– ¿o prefieres que te meta la lengua?
– …los dos
Sonrió y besó mi cuello.
– Me encanta tu piel. Blanca, suave, hueles tan rico, mamá.
El rose de sus labios me hacía sentir tan deseada. Abracé su cabeza.
– …te amo, dije en voz suave y cariñosa.
– Y yo a ti.
Dos segundos después, dijo:
– Ven, date la vuelta.
Se enderezó retirando su dedo de mi trasero y me giró de modo que le diera la espalda. Me encaminó hacia mi tocador y me detuvo. Se arrodilló, tomó mi trasero con ambas manos y separó mis gluteos.
– ¡¡Que sabroso culo, mamá!!
Me miré en el espejo y sonreí. Justo al hacerlo, acarició lentamente mi agujero anal. Cerré los ojos y simplemente disfruté.
– Que rico sabe.
– Hazlo otra vez, se lo pedí cariñosamente
Abrió bien mi trasero y me complació. Al pasarla, pujé para que se abriera mi agujero
– Mete la lengua.
La enfureció y penetró mi ano.
– Si, así!! Métela!!
Se sentía súper bien como adentraba su lengua en mi culo. La metía y la sacaba.
– Sigue!! Lo haces rico!!
Su lengua estuvo en mi trasero aproximadamente cinco minutos. Disfruté sin duda cada minuto y cada segundo de él. Se puso de pie quedando detrás de mí y me abrazó recargando su barbilla en mi hombro izquierdo, susurrándome:
– Que sabroso sabe tu culote, mamá.
– ¿Te gusta mucho chuparlo?
– Muchísimos.
Tomó mis pechos y los comenzó a frotar.
– No los aprietes tanto.
– ¿Por qué?
– Porque saldrá eso y salpicarás el tocador.
– Eso sería rico, ¿no?
– …si, pero no por ahora.
Se rió y descaradamente los apretó haciendo que saliera un chisguete de mis puntas.
– Oye!!, reaccioné
El blanco líquido de mis tetas había caído sobre el espejo dejándolo con unas gotas escurriéndose.
– Que rico salpican, dijo.
Se despegó de mí y por el espejo vi como escupió sus dedos y los bajó a mi trasero para lubricar mi entrada.
– ¿me lo meterás ahí?
Sin decir absolutamente nada, apoyó su punta y la empujó hasta meter unos cinco centímetros de su rico miembro.
– Aaahhh!!! Métela más!!
Lo sacó. Dios, sólo hacer eso me causó mucho placer. Lo volvió a colocar en mí agujero y la metió con fuerza hasta meter casi todo.
– Que rico!!, dije excitadísima.
Al penetrarme el ano, sentí un escalofrío por todo mi cuerpo. Una sensación que me encantó tener en ese momento.
– Que profundo lo tienes. Me gusta.
– Métela toda, mi amor. Lléname bien el culo.
– Lo que tu quieras, mamá.
Lo retiró un poco sin sacarla toda y de un empujón metió hasta que su pelvis chocara con mis nalgas.
– Aaahhh!!!, jadeé.
– ¿Así te gusta?
– …sii!! Hazlo otra vez!!
Regresó y empujó con tanta fuerza hasta levantarme un poco.
– Dios!!! Sii!! Así!!
– Que rico te entra!!
– Otra vez!! Otra vez!! Otra vez!!, le supliqué.
Su forma de metérmelo así era sensacional. Se adentraba en mí de una manera que me volvía loca. Lo sacó por completo y lo metió con la misma fuerza abriéndome el culo más de lo que ya lo tenía.
– Aaahhh!!! Diooss!!
– Que rico se te abre el culote!! Me encantas, mamá!!
– Se siente tan rico!! No pares!! Sigue metiéndomela así!!
– ¿Si? ¿Quieres que te abra todo tu rico ano?
– Sii!! Ábremelo bien!!
Después de esas palabras continuó penetrando mi agujero con la misma intensidad hasta sentir mi agujero más estrecho. Al pasar aproximadamente diez minutos, mi trasero me comenzaba a doler. El tiempo qué pasó penetrandolo, me había dilatado esa zona. Lo sacó.
– Lo tienes bien abierto, que hermoso.
– No lo dudo. Lo siento más estrecho.
Quería apretar y me costaba. Dios, me dolía, pero lo disfruté mucho.
– Ven acá, dijo pegándose a mí y metiendo su largo y duro miembro en mi vagina.
– Aaahhh!!! Espera!!!
– No, nada de esperarse!! Aaahhh!! Que sabrosa vagina!!!
– Jorge!!! Dejame…descansar!!
– Ahorita!! Espera!!!
Aunque lo hacía lento, me generaba un agradable placer. De la nada aceleró la velocidad de su penetracion al punto de hacerme disfrutar más.
– …jorge!!!
– ¿Qué, mamá?
– Aaahhh!!!
– ¿Así está mejor?
– …¿ah?, pregunté como una tonta y viéndome al espejo con unos ojos que apenas podía abrir.
– ¿Ahora ya no quieres descansar?
– …no!! No quiero!! Sigue!! Hazlo…más rápido!!
Me agarró del cabello y jaló fuerte al mismo tiempo en que su miembro se metía más bruscamente.
– Dios!!! Aaahhh!!! Más!!! Más!!!
– ¿Te gusta mi verga? ¿Eh?, me preguntó agresivamente y muy excitado.
– Sii!!! Me gusta!!! Sigue!!! No pares!!
Dios santo, me volvía loca la forma en como me estaba cogiendo y hablando.
– Tócate!! Vamos!! Exprímete las tetas!!
Me pedía hacer algo que no sabía si era capaz de hacer. Estaba naufragando en un increíble placer. Cubrí mis pechos y los apreté deslizando mis dedos hacia las puntas logrando que un chisguete saliera.
– Que rico!!!, dijo con una voz entrecortada.
Bajé mi mano derecha a mi concha y empecé a frotarme el clítoris combinando el placer de esa parte con la que me generaba su rica verga.
– Eso!! Así!! Te vez hermosa!!
– Sigue!!! No pares!!
– Parece que llegarás tarde al trabajo!!
– Lo se!!! Sigue!! Por…favor!!
De un abrir y cerrar de ojos, su velocidad aumento como un loco desesperado. Dios, no podía creerlo que pudiera más rápido. Sin duda el placer aumentó. Dios, se sentía increíble.
– Siii!!! Así!!! Me encanta!!! No pares!! No pares!!!
– Claro que no!!! Aaahhh!!! Tu vagina…se siente super rica!!!
– Siii!!!! Tu verga…tambien!!! Me harás venir!!!
– Sii!! Eso quiero, mamá!!!
– Aaahhh!!! Sii!!! Más, mi amor!! Cógeme!!
Tapé mi boca con mis delicadas manos. Dios, estaba por explotar. Lo podía presentir. La sensación de orinar venía de nuevo.
– Si!! Sii!! Más!! Más rápido!! Más rápido!! Así!! Así!! Así!! Aquí viene!! Aquí viene!! Aquí!!! Aaaaaaahhhhh!!!!
Santo cielo. Mi vagina explotó en un intenso chorro. Perdí totalmente la fuerza recargándome sobre el tocador. Me temblaban las piernas, no podía sostenerme. Dios mío, fui descomunal ese orgasmo. Mis ojos se entrecerraban y soltaban pequeñas gotas de lágrimas.
– Tranquila, tranquila, me calmaba Jorge mientras yo me quejaba como niña pequeña tras vivir ese esplendoroso orgasmo.
– Te amo, te amo, le decía con una voz agota.
– Te amo, mamá. Eres increíble.
Me abrazó hasta reponerme. Dios, no me importo mojar el piso y mucho menos el tocador.
– Mierda, ¿Qué hora es?
– Diles que no te sentías bien
– No estoy en la escuela, muchacho. Debo limpiarme y vestirme. Sal, por favor.
– Déjame verte.
– Jorge no, se me hace tarde. Además, ya viste demasiado, contesté en tono de burla.
– Esta bien.
Se arregló el pantalón, se puso su playera y caminó a la puerta.
– Espero no haya escuchado tu hermana.
– Ella no está, no te preocupes. Se fue temprano.
– Tenemos tanta suerte, dije mirándolo y sin decir nada.
– Bueno ya, vete, vete, lo corría haciendo señas con la mano.
Se acercó y me besó.
– Te amo.
– Te amo, contesté.
Se marchó. Yo por otra parte tenía un trabajo extra que hacer. Me sorprendió que no terminara, pero aún así disfruté cada minuto qué pasó.