Sucedió hace unos días. El calor era extremo y tan solo el agua de la piscina y una cerveza fría conseguían aliviar la tremenda temperatura que nos azotaba. Mi novia estaba trabajando y yo, que ahora estoy en paro, me quedé en casa como de costumbre, aunque esta vez en compañía de su hermana pequeña, que justo acababa de cumplir 18 y está en su pleno esplendor corpóreo. Debido al calor decidimos ir a la piscina así que, como de costumbre, fui a la nevera a por unas cervezas frías antes de meterme en el agua. Para cuando volví a la piscina, mi cuñada ya estaba allí. Se había puesto un bañador muy ajustado, que realzaba enormemente su prieto culo y sus pequeños pechos, que en contacto con el agua habían decidido manifestarse con un endurecimiento de los pezones.
Ella nadaba, buceaba, se divertía mientras yo miraba con lascivia su cuerpo juvenil. Pensé en mi novia, y en lo poco que se parecían físicamente. Mi novia es una chica muy atractiva, tiene unos pechos enormes y preciosos, un cuerpo lleno de curvas y para colmo, un desenfreno y una pasión sexual increíbles. Pero la mente siempre pide más, el deseo de obtener aquello que no nos está permitido, y ese deseo se manifestaba físicamente delante de mí. Yo sabía por conversaciones con mi novia que mi cuñada aún era virgen, apenas había tonteado con un par de chavales, pero poco más. Y la verdad es que eso me excitaba aun en mayor medida.
Se acercó hacia mí y me pidió una cerveza…
-Ya tengo 18 años, ¿así que por qué no me das una? – dijo ella.
-Está bien Judith, coge una si quieres – le contesté.
Sin darnos cuenta pasaron las horas, y aquella cerveza solitaria se convirtió en varias con lo que acabamos bastante borrachos en la piscina. Al mirarla noté esas mejillas sonrosadas que se les ponen a las chicas cuando están ebrias y excitadas. Y entonces… sucedió…
Me acerqué a ella y la cogí del culo, besándola con fiereza. Lejos de rechazarme me contestó con bastante pasión y mientras jugaba con su lengua en mi boca sus manos se dirigieron a mi polla, que ya estaba durísima, y empezó a masturbarme. Me dijo que tenía la polla enorme, que nunca había visto una así.
-Puedo chupártela? – me dijo
-Claro, le dije, mientras me incorporaba y me bajaba el bañador.
Ella miró mi polla erecta y tras tocarla un poco empezó a engullirla. Apenas le cabía la mitad en la boca, pero la devoraba con ganas.
-Judith, estás segura de esto? – le dije, mientras jadeaba por el francés amateur que me estaba haciendo.
-Sí, nunca te lo he dicho, pero desde que te vi por primera vez con mi hermana me has gustado, me he masturbado muchas veces pensando en ti. Envidio a mi hermana por poderte disfrutar cada día, pero ahora estamos aquí solos los dos. Y aunque sé que quieres a mi hermana y no la dejarías por mí, quiero que por lo menos mi primera vez sea contigo. Quiero que sea tu polla la que me desvirgue – me contestó.
La besé y le propuse salir de la piscina, y allí, sobre la mesa del jardín, le retiré el bañador y vi su cuerpo desnudo por primera vez. Mi lengua fue directa a su coño, y se lo comí con mucho gusto durante rato. Tenía el chochito depilado, como me gustan. Llegó el momento en que no pude más, y allí mismo sobre la mesa la penetré.
Me costó muchísimo entrar, estaba muy cerrado. Ella chillaba de dolor e incluso dejó caer algunas lágrimas. Me dijo que siguiera, y así lo hice. Finalmente entró, la sensación era extremadamente placentera. No solo por el hecho físico de la penetración en sí misma. Me estaba follando a mi cuñada universitaria en el jardín. Mi excitación iba en aumento y entonces me di cuenta ¡No me había puesto un condón!
Lo hablé con ella y le pregunté si tenía alguno. Ante su negativa desesperé… y pensé que quizá habría alguno en la casa. Fuimos a buscar, pero no encontramos ninguno. Hacía ya años que mi novia tomaba pastillas, así que habíamos dejado de usarlos. El momento se había ido al garete, ya no podía correrme dentro de ella. ¿O sí?
– Oye, ¿quieres que probemos por el culo? – me dijo
Me sorprendí. Había pasado de ser virgen a quererlo probar todo. Claro que quería. Cogí un poco de lubricante y me embadurné la polla. La puse a cuatro patas en nuestra cama (en la que duermo y follo con mi novia, lo cual da aún más morbo) y me detuve un segundo. Decidí hacerle un beso negro, en el cual pude disfrutar del aroma y textura de su ano e incluso introducirle mi lengua por él. Tras esto, la lubriqué y entré.
Estaba muy estrecho y me costaba avanzar, pero sus gemidos de placer me invitaban a hacerlo. Resulta que le encantaba. Le dolía un poco, pero el inmenso placer que sentía al ser penetrada por su cuñado por el culo en la cama de su hermana le hacían olvidar el dolor.
Me sentía en el paraíso. Quien se haya follado por detrás a una chica de 18 años con el culo duro como una piedra me entenderá. No podía aguantar más, y me derramé. Al sacarla el semen empezó a salir de su ano, dirigiéndose peligrosamente a su vagina, así que nos fuimos directos a la ducha donde, desnudos, nos besamos durante rato mientras el agua caía por nuestros cuerpos empapados en sudor.
Al cabo de unas horas, cuando ya nos habíamos vestido, llegó mi novia a casa cansada de trabajar. Cenamos y después nos pusimos a ver una película los 3 en el sofá, situándome yo en medio de ambas. Mi novia se quedó dormida al poco rato, estaba muy cansada después de un día de trabajo. De repente noté una mano en mi polla y una lengua húmeda en mi cuello.
-Judith qué haces? Ahora no es momento – le dije.
– Mañana cuando se vaya iremos a comprar condones, y nos pasaremos el día entero follando. O si quieres visitame esta noche mientras ella duerme y vuelves a descargar en mi culo.
Madre mía… ¿Dónde me he metido?
FIN