Era una noche de viernes cargada de anticipación y electricidad en el aire. Después de mi encuentro inolvidable con Michelle en mi departamento, no podía sacármela de la cabeza. Su cuerpo curvilíneo de colombiana de 24 años, midiendo alrededor de 1.60 metros, con senos grandes y pesados talla D, y un trasero redondo y firme que parecía esculpido para el placer, me había dejado con ganas de más. Su piel morena suave, cabello negro ondulado hasta la mitad de la espalda, y ojos cafés llenos de picardía, combinados con su fetiche por ser llamada “putita”, recibir cachetadas y terminar con semen en la boca, la convertían en la candidata perfecta para unirse a nuestras aventuras.
Le conté todos los detalles a Luci, mi novia de 33 años, una mujer delgada con senos bien formados y deliciosos, pequeños glúteos, y una pasión desbordante por el sexo una vez que se enciende. “Suena como alguien que encajaría perfecto con nosotros,” dijo mientras se mordía el labio, su mano deslizándose por mi pecho. “Invitémosla a una noche con Karina y Luis. Hagamos que su primera vez en grupo sea inolvidable.”
Contactamos a Karina y Luis de inmediato. Ellos eran nuestra pareja favorita para estas aventuras, con quienes habíamos compartido nuestro primer intercambio, incluyendo doble penetración en Luci. Karina, de edad similar a Luci, era atractiva con un cuerpo similar en estatura, pero con glúteos grandes y firmes gracias al gimnasio, y senos pequeños pero sensibles. Su personalidad extrovertida y juguetona siempre impulsaba las cosas. Luis, su novio, era ligeramente más bajo que yo (yo mido 1.85 metros y soy robusto), ni gordo ni delgado, con un pene de 22-24 centímetros, largo, pero más delgado que el mío. Su resistencia era legendaria, y siempre mantenía la erección durante horas.
Michelle aceptó la invitación con un mensaje cargado de emojis de fuego: “¡Sí! Me muero de ganas de conocerlos a todos. ¿Cuándo?” Elegimos un motel discreto en las afueras de la ciudad, uno con habitaciones amplias, luces LED ajustables, una cama king size con sábanas de satén rojo, un sofá de cuero y un jacuzzi burbujeante en la esquina. Era el lugar perfecto para una noche de desenfreno sin interrupciones. Llegamos alrededor de las 8 pm. Luci y yo fuimos los primeros. Ella llevaba un vestido negro ajustado que resaltaba sus senos firmes sin sostén debajo, sus pezones ya endurecidos por la excitación. Yo, con jeans y camisa, sentía mi pene palpitar solo de imaginar lo que vendría.
Karina y Luis llegaron poco después. Karina vestía una falda corta que acentuaba sus glúteos grandes, y un top escotado que mostraba sus senos pequeños. Luis, con pantalones casuales y camisa, nos saludó con un abrazo firme. Nos sentamos en el sofá, abriendo una botella de tequila para calentar motores. Michelle fue la última en llegar, nerviosa pero visiblemente excitada.
Llevaba un top escotado que apenas contenía sus senos grandes, y una falda corta que acentuaba su trasero redondo, con esa tanga negra que recordaba de nuestro encuentro, abrazando sus nalgas perfectas. “Hola a todos,” dijo con su acento colombiano encantador, sus ojos cafés brillando. “Estoy un poco nerviosa, pero emocionada. Es mi primera vez en algo así.”
Entramos a la habitación, pusimos música suave de reggaetón para que Michelle se sintiera en casa, y servimos shots de tequila. Nos sentamos en círculo en la cama, charlando sobre nuestras experiencias para romper el hielo. Luci empezó: “Michelle, cuéntanos qué te excita. Queremos que esta sea tu noche.” Michelle se sonrojó, pero sonrió. “Me gusta que me digan putita, que me den cachetadas… y terminar en la boca. Y con él,” me señaló, “descubrí que me encanta squirt. Su verga es la mejor que he probado, tan gruesa… Nunca había sentido una así.”
Todos reímos, y la tensión se transformó en deseo. Karina se acercó a Michelle primero, besándola suavemente en los labios. “Eres preciosa, putita,” murmuró Karina, dándole una cachetada ligera en la mejilla, recordando su fetiche. Michelle gimió, sus manos temblando mientras respondía el beso. Luis se unió, besando el cuello de Michelle mientras yo observaba, mi mano en el muslo de Luci. “Relájate, vamos paso a paso,” dijo Luci, quitándose el vestido y quedando en tanga negra, sus senos expuestos invitando a tocarlos.
Michelle, animada, se quitó el top, liberando sus senos grandes. Karina los tomó, chupando un pezón mientras Luis lamía el otro. “¡Ay, sí!” jadeó Michelle. “Son tan gentiles… pero quiero más.” La llevamos al centro de la cama. Yo me posicioné detrás de ella, quitándole la falda y revelando su tanga negra que abrazaba su trasero perfecto. Le di una nalgada firme, el sonido resonando. “Mi putita colombiana,” gruñí, dándole otra nalgada. Ella se arqueó, ofreciéndose. Karina se arrodilló frente a ella, besando su vientre y bajando hasta su vagina. Deslizó la tanga a un lado y lamió su clítoris hinchado con movimientos circulares. Michelle gritó de placer, sus manos en el cabello de Karina.
Luis se desvistió, su pene largo y erecto apuntando al techo. Se acercó a Michelle por el lado, ofreciéndoselo. Ella lo tomó en su boca, chupando con avidez. “Qué larga,” murmuró alrededor de ella, sus ojos suplicando. Luci se unió a mí detrás, sus dedos explorando el ano de Michelle mientras yo frotaba mi pene grueso contra sus nalgas, sintiendo su calor.
Empezamos con posiciones simples para calentarla e iniciarla en el grupo. Michelle se tumbó boca arriba, sus piernas abiertas. Karina siguió lamiéndola, su lengua experta haciendo que Michelle se retorciera. Yo me arrodillé junto a su cabeza, metiendo mi pene grueso en su boca. Ella chupaba con fervor, gimiendo: “Es la mejor verga, tan gruesa.” Luci y Luis besaban sus senos, pellizcando pezones. Pronto, Michelle tembló: “¡Me vengo!” Un squirt salió, mojando la cara de Karina. Ella sonrio, lamiendo el líquido. “Deliciosa, putita,” dijo Karina, dándole una cachetada suave en la cara.
Luis la penetró entonces, en misionero, su pene largo estirándola profundamente. Michelle jadeó: “¡Sí, dame duro! Es tan larga.” Yo seguí metiéndosela la boca, mis manos en sus senos grandes. Karina se sentó en la cara de Michelle, quien la lamió torpemente al principio, pero con entusiasmo. Luci se masturbaba observando, luego se unió chupando mis bolas. Michelle tuvo otro squirt alrededor del pene de Luis, empapándolo.
Cambiamos: Michelle se puso en cuatro, su trasero elevado resaltado por la tanga ahora en el suelo. Yo la penetré por detrás, mi pene grueso abriéndola en dos. “¡Dios, ¡qué gruesa! La mejor que he tenido,” gimió. Le di una palmada en las nalgas, luego otra, su piel enrojeciéndose. Luis se colocó frente a ella, follándole la boca con su longitud. Karina se deslizó debajo, lamiendo mis bolas y el clítoris de Michelle. Luci besaba el cuello de Michelle, susurrando: “Eres nuestra putita ahora.” Otro squirt mojó a Karina, quien lo bebió con deleite.
El placer se intensificaba. Nos turnamos: Karina cabalgó mi pene grueso al lado, sus glúteos grandes rebotando, recordándome nuestras noches pasadas, mientras Luis follaba a Michelle en cowgirl. Ella subía y bajaba en su longitud, sus senos botando hipnóticamente. “¡Más profundo!” gritaba. Le di una nalgada desde el lado, y ella squirteó de nuevo, el líquido corriendo por el pene de Luis.
Luci se unió activamente, sentándose en la cara de Luis mientras él penetraba a Michelle. “Mira cómo la disfruta tu novio,” le dijo Luci con una sonrisa a Karina. Yo puse a Karina en doggy, agarrando sus glúteos firmes, pero mis ojos estaban en Michelle, iniciándose en este mundo. Cambiamos de nuevo: Michelle en reverse cowgirl sobre mí, su trasero perfecto rebotando en mi regazo. “¡Sí, putita, cabalga esa verga gruesa!” gruñí, dándole golpes en las nalgas. Luci lamió su clítoris desde frente, intensificando todo. Otro squirt empapó mi pelvis y a Luci.
Para prepararla para la doble penetración, su primera vez, lubricamos bien con el gel que trajimos, recordando cómo lo usamos en Luci en nuestro segundo round con Karina y Luis. Michelle estaba nerviosa pero excitada, su cuerpo temblando de anticipación. “Quiero intentarlo,” dijo, mordiéndose el labio. “Pero despacio, por favor.” La pusimos en una posición sándwich: Luis se tumbó boca arriba, Michelle se sentó sobre él, guiando su pene largo en su coño húmedo. Ella gimió al sentirlo profundo. Yo me posicioné detrás, mi pene grueso lubricado apuntando a su ano. “Relájate, mi putita,” le dije, dándole una cachetada suave en la cara para excitarla.
Empujé lentamente, sintiendo la resistencia inicial, luego la penetración gradual. Su ano apretado se ajustaba alrededor de mi grosor, mientras sentía el pene de Luis a través de la delgada pared.
“¡Dios, qué rico! ¡Nunca había sentido dos vergas así!” gimió Michelle, sus ojos cerrados en éxtasis. Karina y Luci besaban sus senos, distrayéndola y pellizcando pezones para aumentar el placer. Empezamos a movernos en sincronía, Luis embistiendo desde abajo con su longitud, yo desde atrás con mi grosor. Su cuerpo temblaba, ajustándose a las dos vergas. “¡Es increíble! ¡Me vengo!” Otro squirt potente salió, salpicando a Luis y mojando las sábanas. Aceleramos el ritmo, mis manos en sus caderas, dándole nalgadas. “¡Más, putos! ¡Rómpanme!” gritaba Michelle, su voz ronca. Le di otra cachetada en la cara, y ella respondió con contracciones que nos apretaban a ambos.
Cambiamos roles para variar: Yo en su coño, sintiendo su humedad extrema, y Luis en su ano, su longitud penetrando profundo. “¡Tu verga gruesa me abre tanto!” confesó Michelle. Karina se paró y puso su vagina en la cara de Michelle, quien la lamió con más confianza ahora, su lengua explorando el coño de Karina. Luci chupaba mis bolas desde abajo, intensificando cada embestida. Otro squirt salió, empapando mi pene y corriendo por mis muslos. “Eres la mejor putita,” le dijo Luci, dándole una cachetada juguetona.
Horas pasaron en un torbellino de posiciones grupales. La follamos en DP de lado, con una pierna elevada para mayor profundidad, yo en su ano y Luis en su coño, sus gemidos resonando. Otro squirt. Luego, en una variante donde Karina y Luci se unieron, lamiendo sus senos y clítoris mientras los hombres la penetrábamos. Michelle probó el sabor de Luci, lamiendo su coño mientras era doblemente penetrada, sus manos explorando los senos pequeños de Karina. “¡Sí, putita, lame a mi novia!” gruñí, embistiendo más fuerte.
Incorporamos elementos de nuestras experiencias pasadas: Recordando nuestro primer intercambio, donde Karina cabalgó mi pene grueso mientras Luci manejaba la longitud de Luis, repetimos patrones, pero con Michelle en el centro. Ella cabalgó a Luis mientras yo la penetraba por detrás, sus senos botando contra el pecho de Luis. Karina y Luci besaban su cuello y orejas, susurrando palabras sucias: “Eres nuestra putita colombiana, squirt para nosotras.” Otro chorro caliente salió, mojando a todos.
Finalmente, el clímax se acercaba. Todos la rodeamos en la cama. Michelle de rodillas, chupando nuestras vergas alternadamente: Mi grueso, el largo de Luis, turnándose con avidez. “Terminen en mi boca,” suplicó, sus ojos brillando de lujuria. Le di una última cachetada en la cara, y ella gimió. Eyaculamos uno por uno: Primero Luis, llenando su boca con su semen caliente, que ella tragó con deleite. Luego yo, mi carga gruesa cubriendo su lengua. “¡Sí, mi putita!” gruñí. Karina y Luci se unieron, masturbándonos para extraer más, y Michelle se vino una última vez, squirteando en el suelo mientras tragaba todo.
Exhaustos pero satisfechos, nos acurrucamos en el jacuzzi burbujeante, el agua caliente relajando nuestros cuerpos sudorosos. Michelle se acurrucó entre Luci y yo, su mano trazando patrones en mi pecho. “Fue la mejor noche de mi vida,” murmuró. “Nunca imaginé que el grupo sería así… y esa doble penetración, Dios.” Karina rió: “Bienvenida al club, putita. La próxima vez, traemos más amigos, como en nuestra orgía en la playa.” Luis asintió, su mano en el muslo de Michelle. Hablamos de planes futuros, riendo y besándonos bajo el agua, sabiendo que esto era solo el comienzo.