Como ya conté en otras oportunidades, mi esposa es una mujer muy bonita. Es muy deseable y siempre he advertido que otros la miran con ganas. A mí personalmente me satisface el asunto y creo que eso contribuye a que seamos más unidos con ella y nuestros momentos íntimos sean brillantes.
Recuerdo que llevábamos varios años de matrimonio y vivíamos en una zona rural, donde había muy pocas casas y más que nada el territorio estaba formado por fincas, parrales, chacras y huertas, por lo que el lugar era muy tranquilo y apacible. Con las primeras luces del día los obreros y peones marchaban hacia sus trabajos y volvían al caer la tarde. Lindaba con nosotros una propiedad con casa y allí vivían una pareja con sus dos hijos chicos. La nuestra era una vivienda antigua, de esas que tienen espaciosos ambientes y donde uno puede moverse a sus anchas, como se dice.