Jaime era uno de esos muchachos que no se comunicaba mucho con la gente, aunque todos sabían que con sólo 17 años ya era un genio del dibujo. Era un chico alto, de pelo y ojos marrones, tristes por demás. Muchas chicas del colegio pensaban que era lindo, pero las cosas no pasaban de allí. Él vivía en un pequeño departamento con su madre Julieta, una de esas mujeres que hacen girar cabezas vaya a donde vaya. Hablemos un poco de ella, 36 años, estatura media, pelo negro opaco y ojos verdes. Algo que la caracterizaba realmente era su cola, parada y dura como pocas, aunque sus senos no le envidiaban nada. Ambos se hacían notar, sin importar el tipo de ropa que usase; una bendición o una desgracia, juzguen ustedes.