Deliciosa joven morena y culona

El fin de semana pasado mi novia y yo fuimos al cumpleaños de una de sus amigas. Me presentó y todo pero me llamó mucho la atención la hermana de la cumpleañera, (llamémosla Ariana), una blanquita de piel delicada y unas nalgas muy bien definidas y grandes para su edad, 19 años.

Cuando salgo con mi novia no bebo mucho porque ella sí lo hace y entonces me pide que la cuide.

Ya en la madrugada me di cuenta de que todos los de la fiesta estaban borrachos o dormitando en la sala. Mi novia después de unas cuantas cubas y cervezas quedó K. O., por lo que le pedí a su amiga que me dejara llevarla a una recamara para que pudiera descansar y reponerse, me dijo que podía llevarla a su habitación.

Cuando entré a la recamara vi a Ariana recostada en la cama, me disculpé y le dije que sólo acostaría a mi novia ahí y que me saldría de la habitación. Ariana me dijo que no había problema, que si quería podía quedarme ya que ella estaba aburrida de estar con los amigos de su hermana y necesitaba apartarse un poco.

Después de asegurarme de que mi novia estaba completamente dormida, empecé a platicar con Ariana de varias cosas hasta que dijo:

—¿Te puedo hace una pregunta?

—Claro, dime.

—¿Por qué será que los hombres no dejan de mirarme? Es muy incómodo que a donde quiera que voy siempre se me quedan viendo las nalgas, todos libidinosos. Me choca.

—Pueees eres una chica muy linda y tienes un cuerpo muy bonito. Pero sí es muy guarro eso que muchos hombres hacen de quedarse mirando como si quisieran cogerte ahí mismo… Perdón por las palabras.

—No, está bien jajaja. Sí lo he pensado pero es muy molesto que se pongan como animales.

—¿Ahora yo te puedo hacer una pregunta?—. Le dije para ver hasta dónde podía llegar.

—Claro. Juguemos a preguntas y respuestas. Pero no se vale decir mentiras, ¿te parece?

—Va.

Entonces me dispuse a preguntarle sin mayor temor.

—¿Has tenido sexo alguna vez?

—Un par de veces con un amigo de la escuela pero la verdad fue muy X, él terminó muy rápido la primera vez y después, en la segunda, solo me lo metió muy fuerte y no dejaba de decirme cosas como “perra, puta…” y cosas así. Fue muy incómodo.

—Debió ser una experiencia muy desagradable. ¿Entonces la idea de tener sexo no te gusta y por eso te incomodan las miradas de los hombres?

—Sí quiero tener sexo, la verdad a veces me masturbo viendo algo de porno.

Se quedó callada y se puso muy roja. Me dijo que la disculpara, que se le salió el comentario. Estaba muy apenada, puse mi mano sobre la suya y le dije que no se preocupara, que el acuerdo había sido decir cosas sin pena o mentiras. Entonces recobró su color e hizo la siguiente pregunta.

—¿Tú has tenido sexo con una mujer más chica que tú?, ¿Te gusta tener sexo con tu novia?

—Tuve sexo con una chica que es 10 años menor que yo, en ese tiempo yo tenía 30 y ella 20 o 21, no me acuerdo jeje, y el sexo con mi novia es excelente; ambos sabemos lo que nos gusta y nos complacemos.

—¿Y… cómo lo hacen? O sea, quiero decir, sólo si quieres contarme.

En este momento se cruzó una idea muy loca por mi cabeza. Viendo a mi novia ahí dormida, perdida por el alcohol, y sabiendo que los demás estaban en la sala ebrios tenía la oportunidad perfecta para poder acercarme más a Ariana. Comencé a pensar en la idea de sentir su cuerpo, de poder probar esa conchita juvenil. Muy pocas veces se tienen esas oportunidades y todo parecía indicar que ella tenía curiosidad.

—Te propongo algo, solo si tú quieres; mejor te cuento cómo me gustaría hacérselo a una mujer que no sea mi novia.

—Me encanta la idea—. Dijo animada.

—Primero que nada, el ambiente. Es fundamental que ambos estemos cómodos. Por ejemplo, que la chica en cuestión esté vestida como con una falda arriba de la rodilla, de tela suave, que con solo tocarla dé la sensación de acariciar la piel desnuda que está cubriendo, una blusa de color claro con un escote no muy pronunciado pero que deje ver el borde suave y terso de un par de senos más que hermosos a la vista, no imaginando cómo se han de sentir al tacto y más aún, tenerlos en los labios para recorrerlos centímetro a centímetro. Quiero pensar que debajo de esa falda se oculta una tanga muy sensual que, con un solo movimiento, podría hacerla a un lado y dejar expuesto el paraíso mismo.

Mientras le iba contando esto me acerqué un poco más a su oído para que la conversación apenas pudiera ser perceptible. Igual no dejaba de estar al pendiente de que mi novia fuera a despertar o de que alguien fuera a entrar. La miraba fijamente mientras le iba describiendo mi fantasía y pude notar cómo suspiraba de vez en vez, como imaginando que le hacía a ella lo que le iba diciendo. Continué:

—Después la sentaría en la cama y yo me sentaría detrás de ella. Tomaría su cabello y lo haría a un lado para poder descubrir su cuello y empezarlo a recorrer con mis labios de una manera suave pero llenándome de tu toda su esencia. Y mientras beso su cuello, con una mano empezaría a acariciar sus senos mientras que con la otra acariciaría sus piernas de manera muy lenta, sintiendo cómo toda su piel se va erizando y mientras ella va abriendo sus piernas permitiendo que mi mano siga su curso hacia su cosita.

—Ay qué cosas dices, de solo imaginarlo hasta se antoja. De seguro tu novia ha de ser muy feliz por cómo se lo haces—. Dijo un poco excitada.

—Como te decía, ambos sabemos lo que nos gusta, y siempre estoy dispuesto a hacérselo, poder disfrutar de ese momento y de ese cuerpo de una manera que la experiencia sea maravillosa para ambos.

Le dije que saldría por una cerveza porque me había dado calor, le ofrecí traerle una y ella aceptó sin problema. La verdad solo quería saber cómo estaban los demás afuera. Unos estaban dormidos en los sillones, otros seguían bebiendo ya pedísimos, así que prácticamente no había nadie que pudiera interrumpirnos.

Regresé con las cervezas y le dije que ya todos habían caído, como para darle esa confianza de que nadie entraría.

Seguí con el juego.

—¿Alguna vez te gustaría vivir algo así?—. Le pregunté directo y ella respondió que sí.

Me dijo que iría al baño y que no tardaría. Cuando Ariana regresó me di cuenta de que no traía sostén. Sus pezones eran muy perceptibles y la redondez de sus tetas brincaba a la vista, se sentó junto a mí, puso una mano en mi pierna y dijo:

—¿En qué nos quedamos?

Ya no pude contenerme; la tomé de la barbilla y la besé. Sentí su aliento, su respiración, su lengua jugando con la mía y decidí que no podía desaprovechar esa oportunidad. La puse en la esquina de la cama y me senté justo detrás de ella, así como se lo había relatado, comencé a devorar a besos ese cuello tan delicado y divino mientras dejaba que mi mano se llenara con una de sus tetas.

Sentía la dureza de sus pezones y ella temblaba con mi tacto. Con mi otra mano exploraba el camino hacia su entrepierna. Rocé con mis dedos por sobre su cachetero, que ya estaba muy mojado. Seguí frotando suavemente por varios minutos hasta que sentí cómo sus piernas temblaban y soltó un pequeño gemido. Puse mi dedo índice en sus labios para indicarle que no debíamos hacer ruido.

Le di la vuelta, la recosté del lado contrario a donde estaba mi novia dormida, levanté su falda y fui besando sus muslos, dejando que mis labios y mi lengua recorrieran centímetro a centímetro de su piel hasta llegar a su vagina, sin quitar su cachetero dejé que mi boca sintiera ese sabor, el olor de su sexo. Sujeté sus piernas con ambas manos y moví el cachetero a un costado de su vagina. Pasé la puntita de mi lengua por todo el borde superior; desde su culito hasta su clítoris. Ella me tomó del cabello y apretó mi cabeza con sus piernas. Sentía como vibraba, como se contenía de no gritar. Entonces dejé que mi boca jugara libremente con sus labios y su clítoris hasta que sentí que terminó. Me levanté y la besé.

Llevó sus manos a mi pantalón y comenzó a acariciar mi verga, sintiendo lo dura que estaba. Me desabrochó y liberó mi verga, me dijo que si me quería acostar, le dije que no, que quería estar de pie.

Le quité la blusita y sus tetas quedaron al descubierto; pequeñas y sus pezones claritos y paraditos, me los llevé a la boca, mordiéndolos y succionándolos, Ariana soltó un fuerte gemido, ambos nos vimos esperando a que mi novia no despertara, nada pasó. Puse unas almohadas en el piso y le pedí que se hincara. Ella obedeció y de manera muy tierna se metió mi verga en la boca. Le dije que empezara recorriendo desde la base hacia el glande con la lengua, mientras que con su mano masajeara mis testículos.

Así lo hizo. La fui guiando hasta que ya no pude más y le dije que se la metiera hasta el fondo de la garganta. La tomé de la cabeza dejándola inmóvil y me corrí en su boca, empezó a escurrir semen de sus labios hasta su cuello, se apartó y fue al baño a limpiarse.

Cuando salió me dijo que fue el mejor sexo oral que le habían hecho y que quería volver a estar conmigo en otro lugar y completamente solos.

Definitivamente no puedo esperar a poseer esa joven nalgona.

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